LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 – La propaganda oficial de nuestra dictadura celebra hoy el 55 aniversario del naufragio del yate Granma en las costas de Niquero, y el comienzo de la segunda etapa de la violencia armada contra la República y sus instituciones. En su intento de confundirnos, nos presenta a la milicia privada de la familia Castro, como el “Ejército Nacional”.
El 2 de diciembre de 1956, un grupo de hombres comandados por Fidel Castro se lanzó al agua, en las Coloradas, al encallar el yate en el que habían zarpado de México. Al naufragio le siguió, tres días después, la estampida en Alegría de Pio, donde el Comandante en Jefe abandonó a sus hombres, la mayoría de los cuales terminaron presos o muertos.
La historia posterior se conoce. Con bombas, asesinatos, desapariciones, delaciones, los hermanos Castro y sus compinches sembraron el terror, crearon la ingobernabilidad en el país y se hicieron del poder. Con todo tipo de maniobras, al principio, y luego entregando la soberanía del país a la Unión Soviética, controlaron los destinos del Estado. Pero sobre todo lo lograron armando una verdadera milicia, que no obedece a una Constitución, ni a un Estado, sino supuestamente a un partido y, en realidad, a una familia. De sus miembros se exige lealtad personal a toda prueba, que cuando no se demuestra se paga con la vida, como sucedió en 1989, con el sonado caso del General Ochoa.
Para desmantelar al Ejercito Nacional, el primer paso de los nuevos dictadores fue licenciar, juzgar y encarcelar, en 1959, a todos o casi todos los miembros del Ejército, la Marina y la Aviación; la mayoría de ellos honorables caballeros que creían en la República y la defendían. Simultáneamente, se ideologizó al grupo de bandoleros, llamados eufemísticamente Ejercito Rebelde, bajo las instrucciones del Partido Socialista Popular (comunista), dependiente de Moscú. En ese periodo los Castro asesinaron o desaparecieron misteriosamente a algunos de los líderes más carismáticos de la pandilla vencedora, entre ellos el Comandante Camilo Cienfuegos o el Capitán Cristino Naranjo.
Ya en 1960, los nuevos militares cubanos se entrenaban en la afortunadamente desaparecida Unión Soviética y sus satélites euro-orientales, y recibían modernos armamentos del mismo origen.
Durante los primeros años de dictadura, el nuevo ejército de los Castro libró una cruenta guerra civil contra la resistencia armada del pueblo. Cincuenta años después de aplastada esa resistencia ciudadana continúan despobladas las Montañas del Escambray, muchos de cuyos campesinos fueron reconcentrados por la fuerza en pueblos cautivos edificados en distantes provincias, para evitar que los pobladores de la zona ayudaran a los guerrilleros.
La milicia que los Castro llaman ejercito intervino en conflictos militares en otros países, sobre todo de África, donde gran cantidad de jóvenes cubanos obligados a combatir, encontraron la muerte. Además apoyó y entrenó militarmente a muchos miembros de grupos guerrilleros terroristas de América Latina.
Hoy el armamento de ese “ejército” es tan obsoleto como la dictadura y su doctrina militar, y existe terror entre los oficiales, clases y soldados a la Contra Inteligencia Militar (CIM) que los espía y controla. Con semejante “ejército” Cuba no puede enfrentar los retos futuros de seguridad nacional y menos aun insertarse en los sistemas de seguridad global.