LAS TUNAS, Cuba.- El encarcelamiento del expresidente brasileño Luis Ignacio Lula da Silva mantiene en vigilia al gobierno de La Habana y a sus medios oficiales, más que por razones de alta conveniencia económica, “por motivos geopolíticos”, me dijo un amigo, ocupado en tareas de recolección de información en Brasil hace algunos años.
Con todo y el populismo que lo aúpa, obviando asimetrías geográficas, demográficas y por supuesto, culturales y socioeconómicas, para contrarrestar el proceso judicial incoado contra el expresidente que concluyó en su encarcelamiento, en Cuba y proyectada al mundo Lula ha tenido tanta visibilidad mediática como la proporcionada por sus adeptos en Brasil.
“Lula no está preso. Lula es un secuestrado”, repiten los medios gubernamentales cubanos proyectando el eco de los brasileños pro Lula.
Una nota del ministerio de Relaciones Exteriores cubano tildó el proceso contra el expresidente de “injusta campaña en contra de Lula, contra el Partido de los Trabajadores (PT) y las fuerzas de izquierda de Brasil”.
“Lula cumple hoy 97 días de prisión política”, dijo la noche de este jueves el Noticiero Estelar de la oficialista televisión cubana.
“Tú te imaginas lo que significaría para Raúl (Castro) si otra vez Lula saliera presidente de Brasil; ese fue un sueño cumplido de Fidel (Castro)”, dijo mi amigo, buen conocedor de los brasileños, haciéndome preguntar:
¿Qué sería de Lula si fuera cubano y estuviera preso acusado de cohecho?
Veamos. Si Lula fuera cubano expresidente no podría ser. Por más de 60 años los cubanos no han tenido un presidente electo.
Exceptuando a Fidel y Raúl Castro, con mando vitalicio desde 1959, las tres personas que han ocupado el cargo de “presidente” ha sido por designación: Urrutia Lleó (1959) Dorticós Torrado (1959-1976) y Miguel Díaz-Canel (2018).
Y hablando en términos de Dirección como ciencia, la actuación de todos ellos, (y por respeto a mis semejantes no utilizo la palabra títere) recuerda la ejercitación de una delegación de autoridad, no la ejecución de responsabilidad, que es el quehacer de aquel que tiene mando real.
Dicho de otro modo: el verdadero jefe es otro. Es el que delega autoridad sin entregar la responsabilidad que entraña la libertad de decidir.
Aclarado para los no entendidos cómo se es jefe y cómo subalterno, convengamos que si Lula hubiera sido cubano, quizás hubiera llegado a ministro.
Y siendo ministro y acusado de cohecho por haber recibido dádivas, presentes o cualquier otra ventaja o beneficio, -por lo que fue sancionado Lula en Brasil- según el Código Penal cubano, podría recibir hasta 10 años de cárcel, más otros 5 años si concurrieran circunstancias agravantes, esto es, agravación extraordinaria de la sanción: total, 15 años de privación de libertad.
“Bueno, 12 años de cárcel está cumpliendo Lula en Brasil”, dirá el lector enterado.
Efectivamente: 12 años de cárcel está cumpliendo Lula en Brasil. Y conserva sus derechos. Sus partidarios quieren postularlo para presidente. Este mismo jueves se quejaron; pretenden se permita a Lula hacer campaña preelectoral desde su celda. Sí señor: videos proselitistas desde el calabozo.
“¡Ay, si tú conocieras a los brasileños!” me dijo mi amigo.
“¡Ah… pero si Lula fuera cubano él y sus adeptos estaban muy jodidos!”, dirán los lectores que pasaron por las cárceles cubanas.
Sí señor, es como dicen ellos: si Lula fuera cubano y estuviera preso en Cuba, aunque apelando a un tribunal superior, no podía aspirar ni para presidente de la escuela de sus nietos.
Ah, y no es que lo digan los ex prisioneros o lo diga yo. El Código Penal cubano en el artículo 37 dice:
“La sanción de privación de derechos comprende la pérdida del derecho al sufragio activo y pasivo, así como del derecho a ocupar cargo de dirección en los órganos correspondientes a la actividad político-administrativa del Estado, en unidades económicas estatales y en organizaciones de masas y sociales.
“La sanción de privación de derechos se aplica en todos aquellos casos en que se impone la de privación de libertad, y su duración es por término igual al de ésta.
“El tribunal puede extender la sanción de privación de derechos por un período igual al de privación de libertad a partir del cumplimiento de ésta, sin exceder cinco años.”
Luego Lula, ni soñando, podría aspirar a presidente preso en Cuba; siendo cubano, ni soñando, Lula podría aspirar a presidente hasta de aquí a 12 años, y eso, en caso del tribunal no imponerle otros cinco años de privación de derechos, por lo que hasta algo así como 2035 Lula no podría votar ni ningún elector podría votar por él.
Y… moralmente, sí moralmente, si en el debido proceso sus abogados no consiguen probar su inocencia, ni para conseguir su libertad mediante una huelga de hambre está legitimado Lula.
A una semana de morir el opositor Orlando Zapata Tamayo en marzo de 2010, tras una huelga de hambre prolongada por más de 80 días, congraciándose con Raúl Castro, el entonces presidente Lula denigró la memoria del opositor cubano cuando, comparándolo con los criminales de su país, dijo:
“Imagínense qué sucedería si todos los bandidos que están presos en Sao Paulo entraran en huelga de hambre y pidieran su libertad.”
Ahora habrá que ver si Lula, incalificable candidato presidencial, tendría el valor de Orlando Zapata Tamayo para someterse, estando preso en Cuba, a una huelga de hambre y conseguir su libertad en caso de que sus abogados no lo hicieran por él. Así es posible llegar a presidente en Brasil, pero no en Cuba.