LA HABANA, Cuba. – Ante la inminente entrada en vigor de la resolución no. 175/2018 dictada por el Ministerio de Transporte (MITRANS) para controlar la gestión de los taxis privados, se ha esparcido el rumor de que los boteros van a protagonizar un paro general hoy 7 de diciembre. El denominado “Trancón” estaría acompañado por una huelga frente al Capitolio Nacional, nueva sede del Parlamento Cubano, mientras la casi totalidad de los pasajeros que acostumbran tomar taxis, quedan a merced de la deficitaria infraestructura del transporte estatal.
La resolución de marras ha generado descontento entre los choferes privados porque prácticamente los obliga a acogerse a una de tres modalidades: 1) trabajar en rutas específicas, con precios topados por el Estado y la posibilidad de comprar combustible a precios preferenciales; 2) operar como taxi libre sobre la base de oferta y demanda, con una cuota mínima asignada de combustible; 3) taxi de confort, dedicado fundamentalmente a clientes internacionales.
No es la primera vez que los boteros amenazan con protestar las regulaciones gubernamentales para luego reducir el acto de rebeldía a no salir de casa y negarse a trabajar por unos días. Así lo hicieron a principios de año, cuando el régimen intentó topar los precios del pasaje. Sin embargo, la necesidad de la población anuló de forma extraoficial la medida y con alguna que otra irregularidad, los almendrones se mantuvieron circulando al margen de lo establecido.
La respuesta a la resolución no. 175/2018 ha sido más contundente, verificable en la retirada masiva de taxis privados, hecho que ha provocado una situación de crisis extrema en el transporte urbano. Desde hace varios meses la cantidad de almendrones en la vía pública ha ido disminuyendo. Un número atendible de choferes han asegurado que entregarán la licencia operativa antes de plegarse a las exigencias del Estado, y otros esperan que el turismo aumente para dedicarse a un sector donde la remuneración es mejor. Algunos ya circulan con el sello de “Taxi Libre” en el parabrisas de su automóvil; pero son tan pocos que apenas se notan, y aplican tarifas imposibles para el bolsillo de los trabajadores.
Muchos boteros se han quejado de que el gobierno aprieta; pero olvidan que fueron ellos los que iniciaron la progresiva extorsión del pueblo, fragmentando el viaje por tramos para aumentar sus ganancias en detrimento de la necesidad del cliente. Si ocho meses atrás el trayecto desde el Parque de la Fraternidad hasta la Virgen del Camino costaba 10 pesos, hoy cuesta el doble y la gente que necesita ir más allá termina pagando el doble de lo que antes invertía.
A partir de marzo de 2018 el asunto del transporte público se convirtió en una prueba de fuerza entre el gobierno y los boteros, con perjuicio de la ciudadanía. Las calles de mayor tráfico vehicular —Carlos III, Calzada del Diez de Octubre, San Lázaro, Calzada del Cerro…— hoy lucen desiertas, con modestas caravanas de carros estatales, ajenos al contingente de desesperados que se acumulan a lo largo de las aceras, acechando cualquier vehículo.
Los entrevistados por CubaNet reconocen que coger un taxi es más difícil que nunca y esperan que la situación empeore; pues el Estado ha preferido atenazar al sector privado en vez de articular sus propias soluciones competitivas en materia de precios, suficiencia y calidad. El resultado ha sido una drástica reducción de opciones para desplazarse por la capital.
Los taxis-ruteros, tan demandados por sus módicos precios y la rapidez del servicio, no dan abasto; los ómnibus regulares parecen funcionar al margen de la ley y los Transmetros laboran con buena frecuencia durante la mañana, pero desaparecen en la hora pico, cuando las paradas están abarrotadas de gente.
El desolador panorama que se observa en las imágenes es una penitencia cotidiana que lastra la vida de los cubanos. Con o sin huelga, el paro de los boteros es evidente desde hace tiempo, resintiendo la precaria infraestructura del transporte público urbano. Pese a todo el Ministro de Transporte Adel Yzquierdo, que no viaja en taxi ni autobús, asegura que la solución del problema está a la vuelta de la esquina, con 90 ómnibus nuevos —cincuenta rígidos y cuarenta articulados— que entrarán en circulación próximamente.