MADRID, España. – Esperemos que esta vez sí. Somos muchos los que deseamos fervientemente que el seboruco de Maduro se largue. Da igual que lo haga con o sin pajarito. Lo importante es que desaparezca de una puñetera vez del panorama político actual y que esto permita al pueblo venezolano recuperar su libertad y salir del estado de miseria y calamidad en que lo ha sumido. Sería mejor que se fuera directamente al infierno, porque eso de irse al futuro me parece muy arriesgado; nos lo podríamos encontrar de nuevo y creo que otra dosis de este saco de papas no la aguantaría nadie.
Ya es suficiente con todas las desgracias que ha causado, tanto al país como a su gente, como para que vuelva a haber segundas partes.
Y este momento es muy importante, porque si no se produce el derrocamiento del régimen, se seguirá corriendo el riesgo de que se perpetúe, como sucedió un poquito más al norte, en la vecina isla de Cuba, donde me imagino que en estos momentos el gobierno estará viviendo con mucha preocupación el desarrollo de los acontecimientos.
Estoy completamente seguro de que ahora mismo el gobierno de Cuba y los miles de cubanos que han organizado los cuerpos represivos y apuntalado la dictadura venezolana trabajan frenéticamente para salvar a su principal aliado en la región. No olvidar que, si cae Maduro, las consecuencias –principalmente para la economía cubana- serían desastrosas.
Soy de la opinión de que es ahora o nunca. Si este movimiento de la oposición democrática no consigue su propósito, es poco probable que pueda tener otra ocasión.
Por eso se hace tan necesario que, junto con la movilización del pueblo de Venezuela, que está demostrando una vez más que está dispuesto a morir en las calles antes que de seguir bajo la bota de este cuadrúpedo y su camarilla, todos los gobiernos democráticos alcen su voz para apoyar al nuevo presidente de la Asamblea Nacional y condenar sin fisuras a la narcodictadura venezolana.
Ya son varios los países que así lo han hecho. Sin embargo, la Unión Europea no acaba de expresar claramente su posición. Frente al señor Tusk, el señor Tajani y algún otro alto cargo que pide apoyar a Juan Guaidó, actual presidente de la Asamblea Nacional y condenan abiertamente al tirano Maduro, la marmórea señora Mogherini y otros jefes de gobiernos europeos entre los que se encuentra nuestro doctor “fraude”, están tratando de suavizar la posición de la UE, y se limitan a proponer diálogo, negociación, nuevas elecciones…, con el pretexto de evitar un “baño de sangre”.
Es verdad que puede haber un baño de sangre, eso nadie lo duda ni lo desea, pero creo que el pueblo venezolano –que ya lo ha hecho- estaría dispuesto a seguir derramando su sangre para erradicar de una vez y para siempre a este odioso régimen. Ellos saben bien que, por las buenas, nunca lograrán desalojar del poder a este burro y que, de renunciar a ello, sería la destrucción definitiva del país y de su futuro. Hay ocasiones en que la gente teme más a la vida que a la muerte. Eso solo lo puede entender el que ha sufrido en carne propia una dictadura totalitaria.
Existen sobradas razones para que sea el gobierno español quien encabece, dentro de la UE, un movimiento de apoyo al nuevo gobierno y de condena a la tiranía. Pero nada, la postura del señor “Falcon”, el presidente del gobierno de España –como tanto le gusta repetir- lamentablemente parece ser la misma que la del expresidente Zapatero. No es necesario recordar cuánto daño ha hecho este personaje a la causa venezolana. Su intromisión y su apoyo descarado a la narcodictadura es una vergüenza para España que el presidente actual parece dispuesto a superar con su incomprensible inacción.
No hay que olvidar que entre los que apoyan al régimen de Nicolás Maduro –además de Corea del Norte, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Rusia y Turquía-, están, ni más ni menos que los líderes de Podemos, tan necesarios como socios de gobierno. Y el doctor “fraude” no está dispuesto a arriesgar su poltrona ni por Venezuela ni por la madre que lo parió. Esperará pacientemente a que la UE se ponga de acuerdo y se pronuncie. Si finalmente los dirigentes europeos apoyan al nuevo gobierno y condenan la dictadura de Maduro, tendrá la excusa perfecta ante sus socios de la ultraizquierda. Y así queda bien con todos.
No puede ser. El gobierno de España no puede ir a la zaga en un asunto como éste. Lo que se dirime en estos momentos en Venezuela está por encima de la opinión de sus apoyos en el gobierno y de los intereses españoles en ese país. Basta de hipocresía y de escurrir el bulto. Lo primero es la libertad, la dignidad y los derechos del pueblo venezolano. No hay nada que negociar. Maduro y su camarilla tienen que abandonar el poder, sin condiciones.
Los que tanto pregonan “lo de evitar un baño de sangre”, deberían comprender que la manera más eficaz de conseguirlo es brindando todo el apoyo, sin ambages, al nuevo gobierno.
La mayoría de las naciones americanas ya lo ha hecho. Solo falta que la UE se ponga a la altura y juegue el papel que le corresponde.
España tiene la obligación de promover estas acciones. Es lo que al menos se espera de una democracia avanzada que representa como ningún otro país europeo la relación con Iberoamérica.
Hagamos algo por Venezuela. Enmendemos de alguna manera la traición del expresidente Zapatero al pueblo venezolano y lideremos una posición clara y rotunda de la UE ante este grave conflicto.
El pueblo venezolano no le perdonaría jamás a España que lo abandonara una vez más. Con lo que hizo Zapatero ha sido suficiente.