LA HABANA, Cuba.- En el marco de la Feria del Libro, que ahora viaja a las provincias cubanas, entre el 15 y el 22 de febrero Ediciones Boloña, de la Oficina del Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, hizo una serie de presentaciones y venta de libros, no en las sedes principales del evento en el complejo Morro-Cabaña y el Pabellón Cuba, sino frente al Palacio de los Capitanes Generales, a precios prohibitivos, en divisa.
Dichos libros, con impresiones de lujo, fueron hechos en España, por encargo de la Oficina del Historiador.
Fueron presentados 18 nuevos títulos de citada editorial, varios de ellos sobre temas muy interesantes, sobre los que existe poca o ninguna bibliografía. Mencionaré entre éstos: Haydee Arteaga: raíz siempre viva, de Xiomara Calderón Arteaga y Alejandro Fernández Calderón, que trata sobre la figura cimera de la narración oral en Cuba y en Latinoamérica, y a quien se le conoce como la Señora de los Cuentos; Severiano de Heredia. El mulato cubano alcalde de París, de Paul Estrade, un ensayo biográfico sobre un habanero que también llegó a ser el primer ministro negro que tuvo Europa; una edición anotada de la novela de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés o la Loma del Ángel, trabajo realizado por Reynaldo González y Cira Romero, que según explicaron fue para descartar “torcidas versiones posteriores, así como reiteraciones de tendencias e intereses que desvirtuaron cuanto está explícito en el texto como alegato anticolonialista y antirracista”; y Los rieles que hicieron ciudad. Tranvías de La Habana, de Michael González Sánchez.
Pero el libro que más llamó mi atención fue Los cines de La Habana, de María Victoria Zardoya y Marisol Marrero.
En ese libro, una historia de las salas cinematográficas de la capital cubana, se explica que la mayoría comenzaron como teatros, llegando muchos a alcanzar su propia identidad, con los requerimientos de los espectadores, los equipos exigidos para la proyección y su función animadora en la trama urbana.
Fui el pasado día 19 de febrero a la presentación de dicho libro, con toda la intención de adquirirlo. Escuché las explicaciones del editor, el diseñador y las autoras sobre su larga investigación y el arduo trabajo que hicieron. Aportaron datos muy interesantes. Y uno desolador: comentaron que en nuestra capital existieron 191 cines antes de 1959, y que en la actualidad solo quedan 80 en pie, pero la mayoría con diferentes funciones a las que tuvieron originalmente.
Cuando me dirigí hacia el stand para comprar el libro recibí una ingrata sorpresa, la vendedora me dijo que su precio era de 25 CUC.
Igual que yo, muchos se fueron del lugar un con fuerte abatimiento. De milagro no sufrí un infarto al escuchar el precio: 25 CUC equivale a 625 pesos moneda nacional, mucho más del doble de los 270 pesos que recibo mensualmente de jubilación.
Recordemos que el salario promedio mensual en Cuba no pasa de los 30 dólares. O sea, solo unos dólares más de los que cuesta un libro de la editorial de la Oficina del Historiador. ¿Quiénes serán los que pueden comprarlos?
¿Qué pasó con aquel lema de hace varias décadas que proclamaba “libros para todo el pueblo”?
Con estos precios de la Editorial Boloña de la Oficina del Historiador, ¿qué pretenderá Eusebio Leal? ¿Reunir los fondos para reconstruir La Habana en poco tiempo y celebrar por todo lo alto el 500 aniversario de su fundación?