LA HABANA, Cuba- Su Eminencia Juan de la Caridad García Rodríguez bendecirá a La Habana, en el 500 aniversario de su fundación, como Cardenal, el tercero en Cuba desde el 16 de noviembre de 1519.
Monseñor Juan fue nombrado Cardenal de La Habana por el Papa Francisco, según anunció al finalizar el rezo del Ángelus este 1 de septiembre, y será confirmado en el consistorio el 5 de septiembre. Él asume la vacante del Cardenal Emérito Jaime Ortega Alamino, fallecido el pasado 26 de julio, a quien también había sucedido como Arzobispo de La Habana el 26 de abril de 2016.
Su designación por el Papa Francisco ocurre en un momento crucial del devenir de Cuba, sumida en la crisis más profunda conocida. La Iglesia Católica Cubana podría desempeñar un papel muy importante en el progreso espiritual, ético, moral y cívico de los cubanos, durante el autodenominado gobierno de continuidad del iniciado en 1959. Precisamente durante 2019, las autoridades políticas culminarán el proceso de tránsito generacional con la nueva Constitución de la República, el nombramiento del Consejo de Estado en octubre y del Consejo de Ministros antes de concluir el año, así como la legislación complementaria que refuerza el control político y estatal que aleja las esperanzas de los cubanos de poder contribuir con sus ideas y trabajo independiente a la salida de la crisis económica y social imperante.
Varias generaciones fueron bautizadas secretamente y millones de cubanos crecieron privados de conocer el apoyo de la fe. El pueblo cubano busca en la religión la esperanza y el auxilio, como se puede apreciar en las declaraciones públicas de gratitud a Dios y la Virgen de la Caridad por los deportistas, al ganar sus competencias internacionales. Hasta 1992 la práctica religiosa estuvo perseguida. La paciente labor de la Iglesia Católica Cubana recibió el gran apoyo del Papa Juan Pablo II, que con su visita oficial y evangelizadora en 1998 abrió los espacios prolongados por las estancias de los Pontífices Benedicto XVI y Francisco, en 2012 y 2015, respectivamente, así como la contribución de Francisco y, por extensión del Cardenal Jaime Ortega y la ICC, en las negociaciones entre los presidentes Raúl Castro y Barack Obama. Tampoco puede soslayarse el papel de la ICC en la excarcelación de los 75 prisioneros de conciencia entre 2010 y 2011.
Mons. Juan de la Caridad García Rodríguez nació en Camagüey el 11 de julio de 1948, su padre era trabajador ferroviario, y su madre ama de casa. En el Seminario “San Basilio Magno”, en El Cobre, comenzó su formación teológica, que concluyó en el Seminario “San Carlos y San Ambrosio” de La Habana, como parte del primer grupo de 15 jóvenes que realizó todo el período de formación sacerdotal en Cuba. Él fue ordenado en el templo parroquial de Morón el 25 de enero de 1972.
Sus primeros años de ministerio sacerdotal los ejerció en Ciego de Ávila, Morón y Jatibonico. Posteriormente, en 1989 fue trasladado a la Parroquia de Florida y otras comunidades vecinas. El 15 de marzo de 1997 resultó nombrado Obispo Auxiliar de Camagüey. Su lema episcopal es: “Ve y anuncia el Evangelio”. Allí asumió como Obispo el 10 de junio de 2002.
Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, en febrero de 2007 fue nombrado por el Papa Benedicto XVI como miembro del Consejo Pontificio Justicia y Paz. Monseñor Juan celebró la Beatificación del Hno. Olallo Valdés, el 14 de noviembre de 2008, e inició el proceso de Beatificación de Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera. Formó parte del primer grupo de peregrinos que hizo el recorrido de “La Ruta de la Virgen”, desde Cayo Morales, en la Bahía de Nipe (Mayarí), hasta la Basílica de El Cobre, en ocasión del Trienio Preparatorio al Jubileo Mariano por el IV Centenario del Hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad. Presidió las celebraciones por el 500 aniversario de la Ciudad de Puerto Príncipe (Camagüey), que conllevó a la restauración de varios templos de la ciudad.
Su Eminencia asume un magisterio muy difícil por la necesidad de ampliar los espacios permitidos a la Iglesia Católica Cubana, apoyar al pueblo mediante su labor evangelizadora, y reemplazar a una personalidad tan ecuménica como el Cardenal Emérito Jaime Ortega Alamino. Asimismo deberá profundizar los vínculos con todos los cubanos residentes en el exterior y las tradicionales relaciones con la Iglesia Católica de Estados Unidos, América Latina.
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