SANTIAGO DE CUBA. – En el municipio Songo la Maya, Santiago de Cuba, se ha vuelto costumbre el decomiso de productos alimenticios que los pobladores tratan de trasladar a la ciudad para venderlos.
Las personas se dedican a comprar viandas, frutas y hortalizas a los campesinos en zonas rurales para luego ofertarlos en lugares donde escasean o se encuentran a precios más altos.
Este tipo de “negocio” no proporciona ganancias considerables en la mayoría de los casos. Solo tiene el objetivo de ayudar a quienes lo practican, a paliar la difícil situación económica que presentan.
Entre los puntos de decomiso más agresivos del municipio, se encuentra el que está ubicado en el kilómetro 16 1/2, San Luis de Jagua, justo al frente de la entrada del Hospital Psiquiátrico Gustavo Machín.
Allí permanecen, casi siempre, oficiales y auxiliares del Ministerio del Interior que se dan a la tarea de revisar los camiones de pasaje que, obligatoriamente, han de pasar por ahí. Porque es la única conexión de Songo la Maya y Guantánamo con la provincia de Santiago de Cuba.
“Se suben a los camiones, mandan a bajar a todo el que va de pie, revisan y si encuentran alguna mercancía se la llevan y les inmediato le ponen una multa al dueño”, comentó el cuentapropista Bismarck Alonso a CubaNet.
Los decomisos van desde varios sacos de plátano burro hasta unas cuantas guayabas. Las multas, generalmente, son iguales o superiores a los 50 pesos.
Ahora bien, no existe en Cuba, una disposición legal que establezca como delito este tipo de práctica. Por ende, su basamento radica en que ni los propios campesinos pueden vender sus cosechas, no más que al Estado.
Todos los cubanos, siendo beneficiarios de tierras de cultivos o no, estarían actuando al margen de la ley, si se dedican a desempeñar este tipo de actividad.
Los que “pueden” hacer estos negocios son los trabajadores privados que paguen los cuantiosos aranceles al Estado y aun así no tienen la más mínima seguridad.
“Yo soy cuentapropista y así mismo, cuantas veces me han quitado la mercancía, sin importarles que tenga todo los permisos en regla. La decomisan para robársela, para ellos consumir o para revenderlos en los mercados estatales a precios iguales o más altos que los que ponemos nosotros”, resaltó Bismarck.
Desde Bayamo, Granma, el campesino Emiliano Gonzáles explicó que “la política de centralizar toda la producción agrícola, teniendo al Estado todopoderoso como único comercializador, ha traído hambruna por un lado y la falta de interés por trabajar la tierra, por el otro”.
“En los últimos años hemos visto un incremento de las acciones represivas en contra de los productores y comercializadores privados. Yo he visto poner una multa a un vendedor ambulante, solo por estar estacionado, vendiendo, por 10 minutos en la calle”, apuntó.
Por su parte, la Empresa de Acopio en el municipio se caracteriza por su pésima gestión. Muchos agricultores se han quejado de que gran parte de sus cosechas se han perdido porque Acopio no va a recogerlas a tiempo, debido a que no hay materias primas para confeccionar las cajas que están destinadas a almacenar los productos.
Cabe destacar que los campesinos songomayenses han tenido que esperar hasta seis meses para cobrar el dinero de sus cosechas. El Estado les da su pago en cheques que luego el Banco no puede canjear por falta de efectivos.
Ante la postura cruel del Gobierno, que despoja a los ciudadanos de a pie de su medio para sustentarse, aumentan las inconformidades entre los afectados.
“La gente no aguanta más. Te dicen que no hay nada, pero si tú quieres salir adelante por tus propios medios, te bloquean, te destruyen. Por eso es que estamos como estamos”, finalizó el cuentapropista.
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