SANTIAGO DE CUBA, Cuba. – De “lamentable” fue catalogada por muchas personas la fiesta popular que recién culminó en el municipio de Songo la Maya, en Santiago de Cuba. Entre las críticas destacan las escasas ofertas gastronómicas y el excesivo despliegue policial presente en las diferentes áreas en las que se desarrollaron las actividades.
La celebración, que inició el pasado miércoles 13 de noviembre y que se extendió hasta el domingo 17, se llevó a cabo con el objetivo de reemplazar los carnavales del municipio, que casi siempre coinciden con esta fecha.
Este año el Gobierno Municipal decidió que no habría carnaval y que, en su lugar, se ofrecería esta fiesta también conocida como Verbena debido a la crítica situación epidemiológica que atraviesa la provincia y por ser Songo la Maya uno de los territorios más afectados por el virus del dengue.
El presidente de la Asamblea del Poder Popular en la localidad, Alexis Mora Sarmiento, expresó que el municipio no tenía recursos y que, aún con la situación epidémica, se darían estos cuatro días de festejos para tratar de recaudar fondos. Con ese objetivo, prohibió la venta de productos a los cuentapropistas locales.
“La Verbena no sirvió para nada. ¿Dónde se ha visto que no nos dejen trabajar, sabiendo que la fiesta prácticamente la damos nosotros? Además, aún sin trabajar nosotros tenemos que pagar la patente y eso es obligatorio”, explicó a CubaNet el cuentapropista Manuel Mustelier Tamayo.
Como resultado de esta decisión, las ofertas gastronómicas fueron escasas y de mala calidad. Los pocos centros estatales disponibles para la venta y algún que otro particular que se arriesgó a vender sin permiso no dieron abasto a la demanda de la población.
“Esto es insoportable. No hay casi nada y lo poco qué hay no se puede adquirir porque hay un millón de personas queriendo comprar. Lo que vende el Estado es carísimo y de pésima calidad”, comentó Ibernalis Poulot Zamora.
Desde hace algunos años se percibe un progresivo deterioro de estas fiestas populares, sobre todo en los tradicionales carnavales. Incluso hubo años en los que no se celebraron, casi siempre por la falta de presupuesto.
“No sé qué hacen el dinero porque este pueblo siempre ha sido bueno en la producción agrícola, sobre todo de café. Nunca tienen dinero para nada y por eso todo es un completo desastre”, continuó Ibernalis.
No asistieron a las festividades, como de costumbre, artistas invitados de otras provincias, especialmente de la capital, porque el Gobierno no tenía cómo pagarles. Tampoco lo tuvo para contratar equipos de audio de fuera, puesto que mantenían una deuda con los dueños desde el pasado año.
Por otra parte, ha sido muy curioso y objeto de bastante crítica el hecho de que se movilizaran tantos efectivos policiales y de Tropas Especiales para un evento de tan poca envergadura.
“Me siento cohibido, me siento un delincuente porque estaba siempre rodeado de “Boinas Negras”, esos están locos porque alguien les mire mal para aplicarles sus técnicas de artes marciales”, dijo un ciudadano que no dio su nombre por temor a represalias.
El despliegue policial era desproporcionado. A cada instante tomaban las calles llevando detenidos a pie o en los autos de patrulla, y de la guardia operativa. En ocasiones interrumpían el paso a los transeúntes sin motivos aparentes.
También se identificaron varios agentes del Departamento de la Seguridad del Estado que, vestidos de civil, tenían el objetivo de infiltrarse entre las personas para socavar cualquier intento de protesta multitudinaria.
Aunque la violencia estuvo presente -con decenas de detenidos por protagonizar peleas públicas y/o portación ilegal de armas blancas- hasta el momento no se conoce el número de víctimas fatales.
“Sí, es cierto que en la Maya hay mucha violencia y casi en cada fiesta pública hay muertos, pero lo que se vio ahora fue incomparable y no me parece que tantos policías, boinas negras y demás estén solamente tratando de cuidar a las personas, había algo más ahí”, finalizó Poulot Zamora.
Asimismo, los espacios de recreación fueron totalmente inadecuados. Se escogieron dos áreas principales, ambas a la intemperie y sin la disposición de servicios sanitarios. Solo en una de estas había una especie de “cajón de madera” detrás del que las personas se ocultaban para hacer sus necesidades.
En todo el poblado de La Maya había solo dos baños móviles disponibles por un peso en moneda nacional. Ante esta situación, las personas debieron usar cualquier espacio oscuro como “excusado”. A toda hora las calles estaban llenas de desechos sobre los que era obligatorio transitar.
“Sentí una tremenda impotencia al ver que el Gobierno del Municipio autorizó esta fiesta sin importarle los tantísimos casos de dengue y sin tener las más mínimas condiciones higiénicas para reunir a tanta gente en un mismo espacio”, declaró a CubaNet el doctor Roberto Serrano Delis.
“Ante una crisis epidémica como la que atravesamos, lo primero que hacen las autoridades sensatas y preocupadas por el bienestar de los ciudadanos, es suspender cualquier actividad pública, debido a que aumenta, significativamente, los riegos de contagio”, concluyó el galeno.
El descontento fue general y los que asistieron lo hicieron porque no había una mejor opción. La situación económica que atraviesa el país se agudiza en las zonas rurales, donde la calidad de vida es siempre inferior en comparación con las ciudades.
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