SANTIAGO, Cuba. – Anciano, enfermo y solo, Jesús Tamayo Valdés habita en una vivienda que no reúne las condiciones de seguridad necesarias.
“Lo único que tengo son tres paredes de bloques sin terminar y dos ventanas que pude poner por esfuerzo propio”, dijo a CubaNet este cubano de 70 años, que vive en la carretera de la Mina, poblado El Cristo, en Santiago de Cuba.
Tamayo contactó a este diario porque que está cansado de pedir ayuda al Gobierno y ya no sabe qué hacer -según sus propias palabras- para asegurar los últimos años de vida en una casa medianamente segura.
“Me cansé, de verdad. Ya yo tengo 70 años, padezco de muchas enfermedades y me duelen todos los huesos. Ya yo perdí las esperanzas de que el Gobierno me ayudara”, lamentó Jesús.
La vivienda de este ciudadano cubano, que trabajó desde los 12 años junto a su padre y su hermano, ciertamente posee algunas paredes de mampostería y dos ventanas de aluminio. Esa es la fachada que le ayudó a construir Vivienda. Pero el techo y el piso están destruidos, la cocina y el baño completamente improvisados y duerme en un colchón que un vecino le regaló, hecho con sacos y hojas de plátano.
Según los documentos emitidos por una dependencia del Poder Popular Municipal de Santiago de Cuba, la vivienda fue modificada en varias ocasiones debido a la falta de materiales de la construcción. En cada modificación consta que el plazo establecido de culminación de la obra era de 12 meses. Sin embargo, por mala gestión de los funcionarios, la obra se encuentra paralizada hace más de dos años.
“Todo se paró porque la arquitecta de la comunidad dijo que el pedacito de placa que habían hecho los albañiles tenía solo tres tiras de acero y debía tener más. Entonces, mandó a parar y volver a cambiar los papeles. Hasta el sol de hoy nunca más han venido, solo he recibido maltrato”, cuenta.
Jesús Tamayo Valdés perdió la cuenta de la cantidad de veces ha ido a Planificación Física a buscar respuesta a su situación.
“Me tienen viajando de un lado para otro. Me dicen ve ahora allí, luego ve allá, después regresa y al final lo único que he recibido es menosprecio y mentiras”.
A partir de los 12 años de edad Tamayo empezó a trabajar en la construcción de obras de la Revolución de Fidel Castro.
“Siempre trabajé como un mulo y lo que me salió de chequera no me alcanza para nada. Hace dos meses fueron 245 pesos y este último viaje 285.”
Además de los problemas en su vivienda, el anciano sufre de hipertensión arterial y artrosis generalizada.
“Estoy solito. Yo luché por esto como nadie se imagina. Me pasé toda mi vida de esclavo, porque me decían que esto iba a ser algo grande, ¿y al final qué?”, se cuestiona Tamayo Valdés, que el día antes de ofrecer su testimonio, se había acostado sin comer por no tener dinero.
“Es lamentable que el caso de Jesús Tamayo Valdés no sea un hecho aislado”, declaró a CubaNet Yordanys Labrada Téllez, quien le conoce hace varios meses.
“En todas estas zonas rurales lo que abunda es la miseria, la desesperanza y el abandono. Lugares donde supuestamente la Revolución prometió llevar escuelas, atención médica y bienestar social en general”.
Tamayo Valdés no puede comprar alimentos durante el mes y, para que le alcance su chequera, compra la comida en comedores del Gobierno en Santiago, donde la comida es de pésima calidad y con un costo de hasta tres pesos (CUP).
Pese a ello, “la mayor parte del mes se ve obligado a vivir de la caridad de sus vecinos”, lamentó Labrada.
Sin dudas la falta de derechos económicos, políticos y sociales y la falta de un entorno que genere oportunidades para la realización del emprendimiento personal es la peor enfermedad que ha sufrido Jesús Tamayo y la mayoría de los que como él se encuentran abandonados por el Gobierno cubano.
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