LA HABANA, Cuba. – Hasta servidores castristas como Silvio Rodríguez y Alexis Leiva Machado (Kcho) se dan cuenta de que a los mandamases, en sus intentos de maniatar y amordazar al arte, se les está yendo la mano y les está saliendo el tiro por la culata. Silvio lamenta que cada cinco minutos hay un escándalo por la falta de libertades, y Kcho musita: “¡Paremos esto ya!
Pero los mandamases, asustados, en vez de parar, corren hacia adelante, y siguen con la censura, las prohibiciones y las represalias. Y como consecuencia cosechan malestar, escándalos y protestas.
En el caso de Luis Manuel Otero Alcántara, el joven artista visual que encabeza el Movimiento San Isidro, lo que han conseguido los represores es que artistas e intelectuales que hasta ahora permanecían impávidos y callados, se solidaricen con él.
Con tanto escándalo, muchos ojos en el mundo se viran hacia Cuba y, si todavía les quedaban dudas, reparan en que la dictadura sigue en sus trece, tan excluyente y represora como siempre, como nunca ha dejado de ser.
Pero en su torpeza, en momentos que ante tanta precariedad parece estar a punto de producirse un estallido social, a los mandamases no se les ocurre otra cosa que aumentar la represión contra los que se manifiestan a favor de Otero Alcántara. Y también contra los periodistas independientes. Al punto que muchos temen que estamos en el preludio de una nueva primavera negra, como la del año 2003.
No faltan los infames comentarios de la prensa oficialista que hablan de una nueva novela anticubana (su perversa manía de llamar Cuba al régimen) y de “un nuevo héroe de la contrarrevolución”.
En todo caso, ese “héroe”, y los que vendrán, los han creado ellos con su paranoia, su odio y su afán represivo.
No pueden entender. Para ellos, soberbios y prepotentes como son, que ven a todo disidente como un enemigo interno, Luis Manuel Otero no es un artista, sino “un negro gusano, marginal y revoltoso”. El tipo ideal para dar un escarmiento.
No puede estar en manos de un Estado-Gobierno, como pretende el decreto ley 349, determinar quién es artista y quién no, qué es arte y qué no lo es. El arte debe ser libre e independiente. Aun si es irreverente y provocador. Gústenos o no. De lo contrario, si está sujeto a las conveniencias e intereses del Poder, será otra cosa cualquiera, lo que sea, pero no arte.
En un país donde la bandera –y también las nalgas- son sacralizadas, la utilización por Luis Manuel Otero de la enseña nacional para sus performances ha servido a los represores como pretexto. Tratando de apelar a un patrioterismo barato, lo acusan, entre otras cosas más, de “ultraje a los símbolos patrios”.
No van a cejar hasta encarcelar a Otero Alcántara. La suspensión “hasta nuevo aviso” del juicio, que estaba previsto para el 11 de marzo, es una maniobra para ganar tiempo y evitar la protesta en el tribunal que estaba prevista. Ahora, mientras preparan el juicio, que será sumario y sin avisar, buscan curadores y artistas mansos y serviles que les sirvan de cómplices y condonen el castigo al rebelde.
En lo personal, estoy en contra del ultraje a la bandera. Lo he dicho otras veces: no podemos seguir regalándoles la patria y sus símbolos a la dictadura para que se presente como su celosa guardiana. Pero no soy quién para determinar qué es arte y que no, solo porque me guste o me disguste.
En el caso de Luis Manuel Otero Alcántara, por su valentía al dar la batalla en contra del decreto 349 y por la libertad de expresión, toda mi solidaridad va con él. ¡Que lo liberen ya!
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