PARIS, Francia.- En una entrevista de Radio Francia Internacional África, E. Macron no escatima elogios dirigidos al infectólogo marsellés que lleva meses intentando convencer a los poderes públicos sobre la eficacia de un tratamiento de urgencia, basado en un cóctel medicamentoso compuesto de hidroxicloroquina y azitromicina.
El virólogo francés no deja de repetir en comunicaciones oficiales (y oficiosas) que los poderes públicos no deben meterse en la relación paciente-médico, avalada por años de estudio y la práctica médica cotidiana. En efecto, parece incongruente que a estas alturas el Estado decida, en lugar de aquellos que todos los días hacen funcionar en primera línea el sistema de salud pública, cual es el mejor de los tratamientos a suministrar en un momento dado.
Didier Raoult justifica su proceder basado en el juramento al que obedecen generaciones de médicos antes que él, el hipocrático, que en esencia defiende la idea de curar al enfermo con lo mejor de lo que se dispone a la hora de los mameyes. Un médico que ha estudiado como mínimo durante 8 años, parece mejor capacitado que un político para decidir qué tratamiento en concreto se debe suministrar a un enfermo; sobre todo en el caso de la COVID-19, cuando el procedimiento temprano preconizado en Marsella evita, en casi el 92% de los casos, ponerlos a respirar con ayuda de una máquina. Un último recurso del que, dicho sea de paso, vuelve 1 de cada 10 conectados.
El presidente de la República francesa se reunió con Didier Raoult el pasado 9 de abril en Marsella a puerta cerrada. Los medios noticiosos del país aseguraron que se trataba de una visita de trabajo enmarcada en las muchas que estaba haciendo la presidencia antes del discurso solemne previsto a principios de esta semana, “Estoy convencido de que [el profesor Raoult] es un gran científico (…) La combinación de hidroxicloroquina y azitromicina debe probarse”, explicó Emmanuel Macron ante una audiencia extranjera en lugar de hacerlo ante todos los franceses el lunes pasado. La información hubiera pasado inadvertida de no haber sido por un periódico regional, La Depeche, que se hizo eco de estas asombrosas declaraciones.
Todo esto parece una historia de locos, más aún cuando un comunicado de la presidencia francesa aseguró la semana pasada que la visita del presidente a Didier Raoult no significaba un apoyo a sus trabajos, que, recordémoslo, rechaza una parte de la comunidad científica francesa. A pesar de todo ello E. Macron aseguró que “le apasionaba” lo que decía el destacado virólogo. “No soy médico. No soy especialista en enfermedades infecciosas como el profesor Raoult, a quien le tengo mucho respeto y a quien fui a ver, para asegurarme de que su tratamiento se basaba en ensayos clínicos. Mi función, y lo que hice cuando fui a ver al profesor Raoult, —una de nuestras mayores autoridades en el tema—, fue asegurarme de que sus trabajos podrían enmarcarse dentro un protocolo de ensayo clínico riguroso, del cual pudieran sacarse conclusiones rápidamente. Hoy, en todo el mundo, se realizan ensayos clínicos con estas y otras moléculas. Francia es el país europeo que más está experimentando en ese campo”, justificó el presidente.
Sobre la toxicidad de la cloroquina
Con respecto a la posible toxicidad de la cloroquina y los riesgos cardíacos que la molécula podría causar, Emmanuel Macron explicó que la misma se estaba utilizando bajo un protocolo particular autorizado por las autoridades competentes en la ciudad de Montpellier; y explicó que había que seguir avanzando por ese camino, aclarando de paso que el presidente de la república no es quién para decidir qué tratamiento debe o no aplicarse, “Mi deber es asegurarme de que todas las vías terapéuticas que se están explorando respondan a rigurosos ensayos clínicos, pero que estos se hagan en la mayor brevedad, para que se pueda encontrar un tratamiento adecuado lo más rápido posible”.
Nuevo ensayo en perspectiva
Ahora que los franceses van a comenzar a salir de sus casas a partir del 11 de mayo sin una estrategia clara para evitar una nueva ola de contagios, ha trascendido hoy que se está organizando un nuevo ensayo clínico por la administración de los hospitales de París (AP-HP). Esta vez se anuncia que se probarán las moléculas por separado con el objetivo de probar si son o no efectivas para evitar contagiarse con el nuevo coronavirus: 300 personas recibirán hidroxicloroquina, 300 recibirán azitromicina y 300 recibirán un placebo. No sabemos muy bien para qué sirven estas nuevas pruebas cuando ahora mismo todos los médicos opinan que lo importante es que se distribuyan las mascarillas, se diagnostique a la población y, sobre todo, que los dejen recetar lo que les dé la gana. Los resultados de este estudio llamado PrEP COVID se esperan dentro de dos meses. Como dijimos, no tratará sobre la eficacia del tratamiento, sino que determinará si las moléculas mencionadas sirven para evitar contagiarse, como parece ser el caso en países de África menos afectados, donde la cloroquina se consume habitualmente contra el paludismo.
Conspiracionismos varios
Es inexplicable que, a pesar de todos los indicios empíricos que prueban que la hidroxicloroquina y la azitromicina resultan eficaces para evitar el desarrollo de las formas graves de la enfermedad, se siga perdiendo tiempo esperando una hipotética vacuna (todavía seguimos haciendo tiempo por la del SIDA). Todo estos silencios y probables contubernios con laboratorios médicos sirve para alimentar la teoría de la conspiración que florece en las redes sociales a pesar de toda la censura que intenta cerrarle el paso.
En cualquier caso, en Europa, y particularmente en Francia, la primavera y el verano se anuncian complicados, primero, porque diferentes asociaciones y sindicatos de policía, médicos y de trabajadores han puesto denuncias contra el ejecutivo que, una vez finalizado el estado de emergencia, deberá responder judicialmente por la gestión que está llevando a cabo para luchar contra la pandemia. Sin olvidar que las organizaciones de extrema izquierda, y otros anticapitalistas embozados no pierden la idea de provocar un colapso del sistema, aprovechando el descontento social que crece entre los más pobres, afectados directamente por el confinamiento y la crisis económica tremebunda que se anuncia. Francia cuenta además con la amenaza del terrorismo, de la que nadie habla en estos momentos pero que sigue bien presente, como lo prueba el atentado que tuvo lugar hace 15 días, cuando un paquistaní armado con un cuchillo mató a dos personas e hirió a otras cuatro, tres ellas de gravedad, en el centro de Romans-sur-Isère, cerca de Valence, mientras gritaba ¡Alá es grande!
No es que las cosas estén malas ahora mismo, sino que van a ponerse peor. Claro, que comparado a lo que van a sufrir los países subdesarrollados, sin los colchones de seguridad de un Banco Central Europeo o de una Reserva Federal, podemos considerarnos privilegiados. En el peor de los escenarios padeceremos una inflación este año o el que viene. Otro escenario más complicado se abriría en caso de disturbios populares, acompañados de una oleada migratoria provocada por la continuación de la guerra en el Medio Oriente (que continúa mientras nosotros seguimos escondidos en nuestras casas aceptando que se recorten nuestras libertades), pero eso ya sería tener muy mala suerte, y no contar con la astucia de nuestro querido presidente.
Si tienes familiares en Cuba comparte con ellos el siguiente link (descargar Psiphon), el VPN a través del cual tendrán acceso a toda la información de CubaNet. También puedes suscribirte a nuestro Boletín dando click aquí.