GUANTÁNAMO, Cuba. ─ Este 5 de marzo se cumplen 88 años de la muerte de Juan Gualberto Gómez, ilustre patriota cubano que naciera el 12 de julio de 1854 en el ingenio Vellocino, Sabanilla del Encomendador, actual provincia de Matanzas.
Juan Gualberto fue hijo de esclavos, pero nació libre. Los textos consultados para la redacción de este artículo no precisan cuándo sus padres obtuvieron la libertad ni cómo lograron hacerlo, un detalle que resultaría interesante para comprender su traslado a La Habana cuando apenas era un niño y su posterior partida a París, a los 15 años, con el objetivo de estudiar carpintería.
Lo que sí consta en los registros es que Juan Gualberto Gómez tuvo una inteligencia extraordinaria y una insaciable sed de conocimientos, pues con esa edad estudió en una escuela nocturna parisina y matriculó en la Escuela Preparatoria de Ingeniería.
Hallándose en la Ciudad de la Luz fue el intérprete del Mayor General Francisco Vicente Aguilera cuando este fue allí en 1872 con el objetivo de obtener ayuda para la causa independentista.
En Francia comenzó su labor periodística abordando temas relacionados con la política doméstica. A partir de entonces el periodismo lo acompañaría siempre y lo hizo fundar medios como La Fraternidad, La Igualdad y Patria, donde libró numerosas batallas públicas en contra del racismo y por la democracia.
En 1877 se trasladó a México y fungió como representante de otra gloria de nuestra patria, el músico Claudio Brindis de Salas.
Regresó a Cuba después del Pacto del Zanjón, pero en 1879 fue condenado a prisión en Ceuta debido a su participación en los preparativos de la Guerra Chiquita. Allí estuvo preso hasta 1882, cuando fue autorizado a trasladarse a Madrid.
En 1890 regresó a Cuba y reanudó la publicación de La Fraternidad. Como maestro de la Sociedad Siglo XIX se dedicó a instruir a los negros, aunque esa labor fue truncada cuando volvió a ser condenado a ocho meses de prisión por sus ideas separatistas.
Su relación con José Martí y la reanudación de la lucha
El Apóstol y Juan Gualberto se conocieron en el bufete de Nicolás Azcárate, otro cubano del que se habla muy poco pero que tuvo un papel trascendente en su época. Martí había regresado a Cuba en 1878 con su esposa, procedente de Guatemala. Ese encuentro fomentó la amistad entre ambos patriotas, al extremo de que años después Juan Gualberto recibió la encomienda del Apóstol para que organizara los preparativos de la “guerra necesaria” en el interior del país.
El 24 de febrero de 1895 se alzó en Ibarra, Matanzas, pero el alzamiento resultó un rotundo fracaso, al extremo de que se vio obligado a entregarse a las autoridades españolas. Fue sancionado a 20 años de privación de libertad en Ceuta y Valencia, pero al constituirse el gobierno autónomo español en Cuba el 1ro de enero de 1898 fue puesto en libertad y marchó hacia Nueva York.
Formó parte de la comisión encabezada por el Mayor General Calixto García que se dirigió a Washington con dos objetivos: que se reconociera a la Asamblea de Santa Cruz del Sur ─también conocida como del Cerro─, la cual había sustituido al gobierno revolucionario, y obtener fondos para el licenciamiento del Ejército Libertador.
Un político honrado y un demócrata extraordinario
Juan Gualberto Gómez brilló como orador, periodista y parlamentario en la república democrática. Fue electo representante a la Asamblea de Santa Cruz del Sur ─donde se desempeñó como vocal─ y luego fue delegado por la provincia de Oriente a la Asamblea Constituyente, donde lideró a los cubanos opuestos a la Enmienda Platt, convertida en ley por el entonces presidente de Estados Unidos, William McKinley, el 2 de marzo de 1901.
Militó en el Partido Liberal y fue un ardiente defensor de la democracia representativa y el multipartidismo. Se opuso a los gobiernos de Tomás Estrada Palma, José Miguel Gómez y a la etapa dictatorial de Gerardo Machado.
Quizás uno de los detalles más amargos de su vida fue su protagonismo en la destitución de Máximo Gómez al frente del Ejército Libertador.
Como escritor publicó una historia de Puerto Rico en coautoría con Antonio Sendrás y Burín y también el texto Hombres ilustres de mi raza. Dejó inédita la novela El rey de las Carolinas.
Sus piezas oratorias en la primera Asamblea Constituyente de la República democrática, en la Cámara de Representantes y el Senado y sus textos periodísticos continúan sin ser publicados por la dictadura.
Otra mácula contra un patriota cubano
Hay hombres que hacen de sus ideales principios irrenunciables y Juan Gualberto Gómez fue uno de ellos. Cuando esos hombres no pueden ser comprados, ni intimidados, quienes detentan el poder intentan manchar su imagen lanzándoles los más disímiles denuestos, porque ese es el recurso que usan quienes carecen de argumentos.
Eso fue lo que hizo Leonardo Wood contra Juan Gualberto al constatar que su decisión de luchar contra la Enmienda Platt era irrevocable. Eso es lo que hacen hoy los correveidiles de la dictadura cubana contra de los miembros de la sociedad civil independiente.
Los comunistas, que han hecho lo indecible por manipular nuestra historia, han creado un premio de periodismo que lleva el nombre del ilustre patriota para entregarlo a los testaferros que mejor cumplen sus orientaciones.
Ciertamente, podían haber tomado el nombre de Carlos Rafael Rodríguez ─quien, sin dudas, fue un comunista brillante y culto─, el de Blas Roca o el de otro intelectual de esa filiación, porque Cuba los tuvo brillantes, aunque, desafortunadamente, deslumbrados por el totalitarismo soviético.
Sin embargo, el castrismo optó por “reciclar” a Juan Gualberto Gómez por su cercanía a José Martí y su oposición a la Enmienda Platt, pues pretenden convertirlo en otro soporte ideológico a su favor. Nada más incongruente, porque Juan Gualberto fue un hombre de acendradas convicciones democráticas y un acérrimo enemigo ─como Martí─ de las dictaduras.
Por eso resulta una vergüenza que la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) manche su memoria asignándole su nombre a los premios que otorga anualmente a quienes más se destaquen en defensa de un régimen antinacional y corrupto.
Y no asombra que entre los premiados del 2020 se encuentre Lázaro Manuel Alonso, quien, junto con Humberto López, ha sido uno de los rostros más visibles del odio vertido contra no pocos cubanos en los últimos meses. Esa es la forma que tiene la dictadura de honrar la memoria de quienes lucharon por una Cuba libre y democrática.
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