LA HABANA, Cuba. – El presidente Joe Biden buscará imprimir su propio sello a la política de Estados Unidos hacia Cuba, al tiempo que desmonte la profusión de medidas aplicadas por el presidente Trump, que dieron al traste con el acercamiento ocurrido durante la Administración Obama.
De todas formas, Cuba no es una prioridad ante los acuciantes problemas domésticos e internacionales a los que debe hacer frente el mandatario estadounidense, lo cual lamentan políticos, empresarios, comerciantes e intelectuales de allá y cubanos de a pie, sin remesas ni visas, de aquí. Entre los álgidos problemas que resolver entre ambos países están los llamados “ataques sónicos” contra el personal diplomático estadounidense en La Habana y los vínculos entre Cuba y Venezuela.
Los avances dependerán de la disposición del Gobierno cubano a retomar un compromiso constructivo en sus relaciones bilaterales con Estados Unidos. En la Isla se necesita el aflojamiento de las sanciones, agravantes de la crisis económica en progreso desde hacía años.
La reapertura total de la Embajada de Estados Unidos en La Habana y la restitución del correspondiente personal diplomático serían beneficiosas para los intereses del país del norte: así podría mantener contacto directo con la población y viabilizar las relaciones de los empresarios, las instituciones y la sociedad civil de ambos países.
La activación del Consulado también facilitaría la reunificación familiar, que ha sido muy afectada desde la salida de la mayor parte del personal diplomático estadounidense de La Habana. El otorgamiento de visas de múltiples entradas durante cinco años también beneficiaría los viajes de ida y regreso, en detrimento de la emigración ilegal.
Las expectativas en las colas y las calles cubanas se concentran en la reanudación de las remesas. Sin embargo, existen temores de que el Gobierno cubano imponga la entrega en pesos a una tasa ligeramente superior a los 24 pesos por dólar. La devaluación y la poca capacidad de compra del peso afectarían las posibilidades de mejoramiento económico y la calidad de vida de la población. Ello podría desestimular el envío. Como el Gobierno necesita recibir dólares, se comenta que otra variante sería el depósito obligatorio en una cuenta bancaria en moneda libremente convertible (MLC) para comprar en las tiendas estatales.
Con ello se impediría que el dólar circule y se trueque en el mercado ilegal. La Administración de Estados Unidos debería condicionar el reinicio de las operaciones de Western Union y otras entidades a que los cubanos reciban los dólares enviados desde el extranjero.
Probablemente el equipo de Biden y representantes del Gobierno cubano establecieron conversaciones antes de la toma de posesión presidencial, por lo que ambas partes ya tienen criterios sobre las posibilidades de entendimiento, avance o estancamiento. Además, la parte estadounidense conoce las sinuosidades del Gobierno cubano desde el anuncio de la novedosa política de Estados Unidos hacia la Isla, el 17 de diciembre de 2014, y la ralentización del coqueteo reformista a partir de mediados de 2015.
Obama era la persona más admirada e influyente en el pequeño archipiélago. El cambio de actitud de la prensa oficial, sin que el presidente llegara al aeropuerto para regresar a Washington el 22 de marzo de 2016, evidenció los temores de las autoridades cubanas a la repercusión de las palabras del mandatario entre los criollos y las esperanzas fomentadas. Desde entonces, la dirigencia cubana comenzó a dilatar las conversaciones con los altos funcionarios y empresarios estadounidenses, confiada en que podría obtener mejores compromisos durante los años de la presidenta Hillary Clinton. Pero llegó Trump, quien no obstante las sanciones aplicadas, no revirtió los 22 acuerdos y cartas de intenciones suscritas en la era Obama.
La política de Estados Unidos hacia Cuba fue fijada por los Padres Fundadores, y su aplicación varía según los criterios del partido en el poder. Durante 50 años fue confrontacional, lo cual modificaron Obama y Biden entre 2009-2017. Diversas iniciativas han sido elevadas al presidente para la recomposición de las relaciones bilaterales, como la petición de 80 congresistas demócratas para la derogación de las sanciones impuestas por Trump, la firma de un decreto que ponga fin a las restricciones de viajes y las remesas, así como las propuestas del Cuban Study Group. Los Derechos Humanos y la sociedad civil independiente deben ser prioridades, lo mismo que los emprendedores y otras formas no estatales.
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