LAS TUNAS, Cuba. ─ Este martes se cumplen 73 años de la asunción de como presidente de la República de Cuba del doctor Carlos Prío Socarrás, quien fuera el noveno y último gobernante elegido en la Isla como resultado de un sufragio universal, igualitario y secreto.
En marzo de 1948, el Partido Revolucionario Cubano Auténtico designó como candidato presidencial al abogado Prío Socarrás y para la vicepresidencia a Guillermo Alonso Pujol. El Partido del Pueblo de Cuba (Ortodoxo) había nominado a Eduardo Chibás y Eduardo Agramonte para presidente y vicepresidente, respectivamente. En tanto, el Partido Socialista Popular (comunista) designó como candidato a la presidencia de la república a Juan Marinello y a Jesús Menéndez para vicepresidente.
Finalmente, el voto popular lo ganaría Carlos Prío, en lo que la historia registra como las últimas elecciones democráticas y plurales en la Isla.
Tal y como apuntamos en el artículo Cuba, el 20 de mayo y la república “del montón”, los presidentes elegidos por sufragio universal que antecedieron a Prío Socarrás fueron Tomás Estrada Palma, quien gobernó de 1902 a 1906; José Miguel Gómez, mayor general del Ejército Libertador, presidente de 1909 a 1913; el ingeniero civil Mario García Menocal (1913-1921); el jurista, orador y poeta, coeditor de la revista Cuba Literaria, Alfredo Zayas Alfonso, que gobernó entre 1921 y 1925; el general de brigada de la Guerra de Independencia Gerardo Machado Morales, democráticamente elegido en 1925 y devenido dictador. Machado gobernó de forma ilegítima desde el 20 de mayo de 1929 hasta el 12 de agosto de 1933, cuando la tiranía fue derrocada.
Tras el “machadato” hubo varios presidentes provisionales: Alberto Herrera Franchi, general, jefe del Ejército a las órdenes de Machado, quien permaneció en el cargo sólo un día; Carlos Manuel de Céspedes Quesada, (hijo del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes), quien fue presidente provisional entre el 12 de agosto y el 4 de septiembre de 1933. En aquellos convulsos días, Carlos Manuel de Céspedes Quesada evitó una intervención estadounidense, logró reconocimiento internacional para su gobierno y restableció la Constitución de 1901 infringida por la dictadura machadista, pero fue depuesto por una pentarquía promovida por militares y no reconocida por la comunidad internacional.
Ello obligó a que uno de sus integrantes fuese el médico y profesor universitario Ramón Grau San Martín, quien asumió la presidencia interina en el llamado “gobierno de los 100 días”, que tuvo como logros conseguir gratuidad para la matrícula universitaria y otorgar a la mujer el hasta entonces negado derecho al sufragio universal. El gobierno provisional de Grau concluyó el 15 de enero de 1934. Luego asumiría la “presidencia por tres días”, hasta el 18 de enero, Carlos Hevia Reyes-Gavilán, médico de profesión, quien sería reemplazado por el periodista, escritor y político Manuel Márquez Sterling Loret de Mola, que “gobernó” medio día, desde las seis de la mañana hasta las doce del mediodía del 18 de enero de 1934. Después se haría cargo de la presidencia el coronel del Ejército Libertador Carlos Mendieta Montefur, que se mantuvo en el cargo 23 meses, hasta el 11 de diciembre de 1935. A Mendieta se le debe la derogación de la Enmienda Platt, apéndice de la Constitución de 1901 que disminuía la soberanía de Cuba en favor de Estados Unidos. Tras su renuncia, ocupó el cargo de presidente provisional por cinco meses el ministro de Estado (canciller) José Agripino Barnet Vinageras, desde el 11 de mayo de 1935 y hasta el 20 de mayo de 1936). Barnet tuvo el mérito de haber convocado a las primeras elecciones generales tras la dictadura de Gerardo Machado. En esos comicios resultó electo Miguel Mariano Gómez Arias, exalcalde de La Habana y primer presidente constitucional luego de esos años de vorágine sociopolítica marcados por el “machadato”.
Pero Gómez Arias, que asumió la presidencia el 20 de mayo de 1936, sólo gobernó siete meses. Por contradicciones con el poder legislativo fue depuesto por el 24 de diciembre del propio año 36, fecha en que el vicepresidente Federico Laredo Bru, abogado y coronel del Ejército Libertador, se hizo cargo de la primera magistratura hasta completar el mandato de cuatro años. Al gobierno de Laredo Bru se deben las reformas para la Autonomía de la Universidad de La Habana; el Consejo Corporativo de Educación, Sanidad y Beneficencia; la creación del Instituto Cívico Militar, la Dirección Nacional de Deportes, el Servicio Técnico de Salud Pública, el Consejo Nacional de Tuberculosis, la Ley de Coordinación Azucarera y la promoción, en 1939, de la Asamblea Constituyente que redactaría la Constitución de 1940.
Fulgencio Batista Zaldívar ─que derrocaría al presidente constitucional Prío Socarrás mediante el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, convirtiéndose así en dictador─ fue el séptimo presidente electo. Batista fue elegido democráticamente, incluso, con el voto de los comunistas cubanos. Gobernó desde el 10 de octubre de 1940 y hasta el 1ro de junio de 1944.
Reemplazo a Fulgencio Batista como presidente elegido en las urnas y octavo presidente constitucional el doctor Ramón Grau San Martín, que, como citamos, ya había sido presidente provisional. Grau gobernó cuatro años, desde el 1ro de junio de 1944 y hasta igual fecha de 1948.
A la administración de Grau San Martín le sucedió el último gobierno elegido en sufragio universal, igualitario y secreto que tuvo Cuba (y que hoy cumple 73 años): el del doctor Prío Socarrás, que ejerció la presidencia desde el 1ro de junio de 1948 y hasta el 10 de marzo de 1952.
Entonces, Fulgencio Batista y sus allegados ─verdaderos padres fundadores del castrocomunismo, la dictadura que sufrimos hoy en Cuba y desde hace 62 años─ descarrilaron un proceso democrático imperfecto, sí, pero perfectible en su raíz democrática, jamás comparable con los horrores que producen los poderes totalitarios, dictaduras que, ya sean de derecha o de izquierda, hacen al ciudadano servidor del Estado, en lugar de al Estado servidor del ciudadano.
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