VENEZUELA.- Fuimos testigos del pavoroso incendio que en días recientes consumió buena parte de la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela (UCV); hechos como estos se han hecho frecuentes en lo que aún queda de vida de nuestras Universidades Autónomas, es así como la Universidad de Oriente (UDO), la Universidad de Carabobo (UC), la Universidad de los Andes (ULA), La Universidad del Zulia (LUZ) y la Universidad Simón Bolívar (USB) han sido víctimas de una violencia aparentemente innominada bajo la mirada indiferente del régimen.
Estos actos, que distan mucho de ser únicos, forman parte de una violencia crónica que se ha entronizado en las universidades, y que ha tenido consecuencias muy graves como lo es el saqueo indiscriminado de la infraestructura física y tecnológica de Escuelas, Facultades e Institutos. El hampa ha invadido los campus universitarios desalojando de ahí a sus habitantes naturales, al punto de hacer casi imposible un regreso a clases en virtud de que no existen las garantías necesarias e imprescindibles para la seguridad personal.
Todo esto suma una serie de acciones del actual régimen político que desnaturalizan a las universidades al no permitir la renovación de autoridades, al dejarlas sin presupuesto para el funcionamiento académico y de investigación, al abandono de la infraestructura física y de servicio, que impide cualquier forma de retomar las clases ya sea de manera virtual, semipresencial o presencial, pues no existen los recursos para que se pueda garantizar la actividad docente, de investigación y extensión.
Pero, además, la política de remuneración que se ha impuesto a las universidades, sin la participación de sus organismos gremiales naturales, sin participación de las autoridades, ha conllevado a la ruina económica de los profesores, que ahora tanto activos como jubilados son acosados por el apremio de las necesidades más básicas para su subsistencia, con su sistema de Seguridad Social arruinado por una hiperinflación feroz que impide cualquier forma racional de financiamiento, en medio de la tragedia humanitaria causada por la pandemia de la COVID-19.
Esto deja a los profesores y los estudiantes que no cuentan con los recursos económicos necesarios para dotarse de los equipos de tecnología necesarios para acceder a los medios digitales del e-learning sin posibilidad alguna para re-emprender las actividades docentes, y permitir que el estudiantado avance en sus programas de estudio.
Como es fácil observar, la candela, los asaltos puros y duros contra las instalaciones universitarias, su ruina económica, no son producto de la casualidad, forma parte de una política deliberada para acabar con la Universidad libre, autónoma y democrática que tenga como finalidad la educación para la formación de los recursos humanos y de investigación del país, orientada por el conocimiento científico, social y humanístico, para dar paso a los intereses de grupos políticos que no comparten los mismos intereses de un saber universal.
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