LA HABANA, Cuba. – Desde el pasado 12 de julio el reconocido escritor cubano Ángel Santiesteban Prats se encuentra “clandestino”, según sus propias palabras, aunque sabe que, “a la corta o a la larga”, los agentes del régimen lo van a localizar.
“He optado por mantenerme clandestino. Creo que cuando me localicen iré a sus calabozos, a sus interrogatorios, y padeceré sus constantes acciones arbitrarias. No sé qué me toca, qué me espera, pero hay decisión para enfrentar lo que sea preciso”.
La mañana del 12 de julio, el mismo día que arrestaron a la periodista independiente Camila Acosta, con quien compartía el alquiler de un apartamento, agentes de la Seguridad del Estado trataron de apresar a Santiesteban valiéndose de una treta.
“El dueño del apartamento me llamó y me dijo que había un problema, pero percibí que algo pasaba y cuando llego a la esquina veo una patrulla. Lo llamé, él se puso nervioso y colgó; cuando me llama nuevamente ya la Seguridad del Estado estaba haciendo el registro y lo que querían era secuestrarme porque se acababan de llevar a Camila”.
No obstante, el dueño de la vivienda volvió a contactarlo poco después.
“Me dijo que si en dos horas no estaba allí, la Seguridad iba a botar nuestras propiedades para la calle; no fui y desde ese día me mantengo oculto para no ser secuestrado”.
Precisamente el régimen persigue a Santiesteban Prats por su participación en las protestas del pasado 11 de julio.
“Ese día lo sentí y viví de una forma extraordinaria, fue emocionante ver al pueblo exigiendo sus derechos. Todos convergían en la necesidad del cambio de régimen; era la primera vez que yo estaba inmiscuido en eso. Recuerdo que en el 94 yo quise llegar (al Maleconazo) y ya había un cordón (policial) que me impidió llegar al Malecón”.
Ángel Santiesteban: un escritor bien “plantado” (Primera parte)
Santiesteban Prats, laureado a lo largo de su carrera con premios como UNEAC (1995), Alejo Carpentier (2001), Casa de Las Américas (2006), Franz Kafka (2013), Reinaldo Arenas (2016) y Václav Havel (2020), no solo tuvo la satisfacción de ver a miles de cubanos volcados en las calles pidiendo, entre otras cosas, su libertad, sino que también padeció la represión de los uniformados del régimen contra el pueblo.
“Todo estaba ocurriendo de manera pacífica; alguien dice que Díaz-Canel estaba hablando por televisión y al rato vemos que empiezan los cordones de los Boinas Negras a cerrarse”, contó.
“Vemos unas guaguas que comienzan a llegar y de las que empiezan a bajar militares con pantalones verdes y camisas de civiles, botas y palos en las manos que levantaban amenazando como diciendo: ¡Esto es para ustedes!”.
Justo cuando Miguel Díaz-Canel dio la “orden de combate” en televisión, los agentes de la Brigada Nacional Especial (los Boinas Negras) y de la Policía, uniformados o no, desataron la represión.
Aunque el régimen ha presentado a los manifestantes del 11 de julio como “delincuentes”, fue el pueblo quien salió a la calle ese día.
“Eso que ellos dicen que tienen bajo nivel social, que son delincuentes, nunca fueron los causantes de la violencia. Yo pienso que si vas a barrios marginales a dar golpes, el pueblo que está enardecido en ese momento, molesto, va a responder con violencia también”.
Para el guionista del filme Plantados, la Policía fue “la mayor delincuente” ese día.
A pesar de los juicios sumarios y las condenas contra los manifestantes (incluso menores de edad), Santiesteban cree que ya los cubanos despertaron.
“El pueblo de Cuba sabe desde hace mucho tiempo que esto no funciona ni va a funcionar, que no hay esperanzas. Lo sabe, lo que pasa es que antes no estaba arrinconado como ahora (COVID, multas altísimas, maltratos de la Policía…)”.
“Cuba está despierta desde hace tiempo, lo que pasa es que se sabía qué iba a suceder cuando nos lanzáramos a la calle, y eso es lo que de alguna manera queremos decirle al mundo, que nos apoyen porque nos van a masacrar”.
De acuerdo con Santiesteban, al tener más visibilidad que otras personas, la Seguridad del Estado intenta detenerlo para que no se una a otra manifestación de esa magnitud en caso de que llegara a producirse.
En estos momentos, el escritor aprovecha su clandestinidad para terminar una nueva novela y progresar en el guion de la próxima película de Lilo Vilaplana.
“Estoy trabajando toda la madrugada y parte del día. En la novela voy por la página 120 y son cerca de 400. Después que haga ese trabajo y el guion, entonces intentaré reincorporarme a mi vida. Tengo el temor de que me apresen y me manden un año a prisión pues ellos son, desgraciadamente, los dueños de este país y de todos los que viven aquí”.
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