LAS TUNAS, Cuba. — A Gabriela Zequeira Hernández, joven cubana de 17 años de edad y estudiante de segundo año de Contabilidad, el tribunal de apelación en La Habana le ratificó esta semana la sanción de ocho meses de privación de libertad por su “participación” en un delito de “desorden público” (entiéndase, una de las disímiles protestas ocurridas en Cuba el 11 de julio). Según la nomenclatura generacional de la revolución cubana diseñada por Fidel Castro, Gabriela integra la quinta generación.
Además de la sanción penal contra la adolescente, en Cuba y el mundo también fue noticia esta semana la interpelación que jóvenes médicos y paramédicos —de la cuarta generación— en la provincia Holguín hicieran al primer ministro Manuel Marrero, demanda en la que uno de ellos dijo: “Tenemos miedo, pero no le tenemos miedo a la pandemia, le tenemos miedo al Gobierno. Le tenemos miedo a lo que pueda hacer y de la manera que se pueda interpretar el hecho que nosotros salgamos a exigir nuestro pleno derecho y el derecho del pueblo a seguir recibiendo una atención médica de calidad”.
Mientras Cuba vive una grave crisis sanitaria, económica y sociopolítica, el castrocomunismo pretendió el pasado día 13 celebrar a escala multinacional el natalicio del difunto Fidel Castro, divulgando sus ideas “científicas” y presuntamente “emancipadoras”, que son, en esencia, las que enfrentaron la nación cubana a la de Estados Unidos, incluso, en una crisis de guerra nuclear que hizo decir a Nikita Jruschov, “en el fuego de la guerra se quemaría Cuba”, cuando Fidel Castro sugirió al gobernante ruso el primer ataque a territorio estadounidense.
Haciendo de Cuba una base militar y política de Moscú en América —como en su día lo fueron los países de Europa del este—, el castrocomunismo propició la falta de libertades que hoy vemos en Cuba, Venezuela y Nicaragua, con peligro inminente para otras naciones latinoamericanas si ignoraran que, parásita de la URSS y luego de Venezuela, Cuba —a la que Fidel Castro llamó “primer territorio libre del imperialismo yanqui en América”—, no puede existir sin un hospedero, usuras que, yendo contra ellos mismos, hoy repudian miles de jóvenes cubanos, esa juventud a la que un día el Comandante creyó su sucesora.
“Yo tengo mucha esperanza, porque veo con claridad que estos que yo llamo de la cuarta generación van a tener tres, cuatro veces más conocimientos que nosotros los de la primera y, más o menos, más de tres veces los conocimientos de la segunda. Y la cuarta (generación) debe saber, con todo lo que se está haciendo ahora, por lo menos, dos veces y media lo de la tercera”, dijo Fidel Castro cuando fue preguntado por un sustituto, más allá de su hermano Raúl.
Según Fidel Castro dijera en 2005 al periodista Ignacio Ramonet, su generación, antecedida por la de los viejos marxistas del PSP (Partido Socialista Popular/Fundado en agosto de 1925) es la primera generación de revolucionarios integrada por los que habían luchado junto a él, y, a su vez, habían formado tres generaciones de comunistas, integradas por quienes habían participado en la “campaña de alfabetización”, la “lucha contra bandidos” (así llamó a los alzados que junto a población campesina libraron una guerra civil contra el castrocomunismo entre 1959 y 1965), la lucha “contra el bloqueo” (embargo), la lucha “contra el terrorismo”, la “lucha en Girón” (Bahía de Cochinos), los que vivieron la “Crisis de Octubre” (Crisis de los Misiles en octubre de 1962), las “misiones internacionalistas” (en África y Nicaragua), y muchos otras personas vinculadas a las ciencias, el magisterio, las artes, los “estudiantes universitarios”, los “trabajadores sociales” y la “Juventud” (Unión de Jóvenes Comunistas). Todos ellos integraban la segunda y tercera generación que, según Fidel Castro, estaban llamados a suceder en sus cargos a él y a Raúl, pero que, aun así, estos sucesores tendrían limitados conocimientos pues, la cuarta generación, por la instrucción que recibía, ya poseería “dos veces y media” más conocimientos que la tercera.
Fidel Castro cifraba sus esperanzas en la cuarta generación de comunistas cubanos, cuando en las llamadas “tribunas abiertas” allá por los años 2000, 2005, los herederos del castrocomunismo eran niños de apenas sexto grado, y, de ellos, dijo: “Yo tengo una idea clara de lo que será la cuarta generación… Esos muchachos de sexto grado haciendo discursos… ¡Qué talento hemos descubierto!”
Ahora Miguel Díaz-Canel, integrante de la tercera generación, un “sobreviviente” —dijo de él Raúl Castro—, es el sucesor de los hermanos Castro Ruz; los chicos de la “cuarta generación”, en sexto grado allá por 2005, ahora tendrán 26 o 27 años de edad y estarán en la “cantera de cuadros” del PCC, pero como hoy en Cuba no hay motivos para discursos en los cuales, sin decir nada útil y productivo, los castrocomunistas son grandes oradores, no veo como Díaz-Canel nombrará a su sucesor “haciendo discursos” y así poder exclamar “¡Qué talento hemos descubierto!”, como en su día exclamó el Comandante.
Para guiar a la nación cubana en el trabajo, en la concordia, en su quehacer todo, como pueblo y no como un campamento o una colonia de penados, cualquiera que en Cuba busque un líder natural, quizás tenga que buscarlo en los calabozos, donde el militarismo castrocomunista mantiene encerrado a jóvenes de la “cuarta generación” que son manifestantes del 11J; o en las calles cubanas, que son una cárcel “correccional sin internamiento”, por donde van sancionados como la adolescente Gabriela; o en un hospital donde un joven doctor dice “tenemos miedo al Gobierno”. Los cubanos decididos a vivir en libertad a pesar de nuestros miedos ya lo entendimos así, y los del PCC , el Foro de Sao Paulo y cofradía debían entenderlo no sólo por nuestro bien, sino también por el bien de ellos.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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