LA HABANA, Cuba. – ¿Podrá seguir andando el comunismo, sin comida para ofrecer al pueblo, con escuelas sin higiene, sin uniformes, sin libros, sin libretas, sin lápices, y con casi 2 000 personas en la cárcel tras el 11J y el 15N?
No lo creo. Pero si alguien lo sabe bien es Raúl Castro y los ancianos generales que están tirando sus últimos cartuchos.
La revolución de Fidel y Raúl Castro pudo sobrevivir por sus fusilamientos, concretamente más de 6 000, la prisión política de miles y el exilio forzoso de otros.
Alguien me dice que ahora la Revolución se quedó desnuda, desde el momento que Miguel Díaz-Canel utilizó una fuerte represión contra el pueblo, que se niega a continuar inmerso en el fracaso y quiere salvarse del diluvio.
Se equivoca: la Revolución siempre ha estado desnuda; nunca pudo ocultar sus harapos, su conciencia arrugada de tanta ignominia y horror, su pasado de mentiras y secretos, sus estrategias diabólicas y sus trampas, hoy ya conocidas.
Veremos qué hará ahora Díaz-Canel con los casi 2 000 nuevos presos, todos del pueblo, en su mayoría jóvenes. ¿Un segundo Mariel? Imposible. Hay un presidente en Estados Unidos con valor, que no se ha dejado engañar por el régimen castrista.
En 1988 también hubo lucha política-pacífica en grande. Se fundó un Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, se reunieron miles de firmas para pedir un plebiscito y elecciones libres en aras de saber quién quería o no el socialismo. También se organizó una marcha ante la Embajada Soviética en La Habana a favor de la Perestroika, que fue disuelta por el Ministerio del Interior. Muchos de los potenciales participantes terminaron en prisión y tuvieron que salir al exilio, donde continuaron luchando por Cuba.
Hace unos días, Yunior García Aguilera logró salir de Cuba con un solo propósito: continuar la lucha en los países libres, una misión fundamental pacífica al estilo de Mahatma Gandhi. A su llegada, el joven dramaturgo calificó al régimen cubano como “una casta conservadora que explota a los obreros y utiliza el capitalismo más salvaje”.
En otro momento de su conferencia de prensa, al día siguiente de su llegada a España, llamó “fascismo” a lo que existe en Cuba. “No se puede llamar de otra manera lo que viví en los últimos días”, dijo.
En Cuba le esperaba “una muerte en vida”, apartado de la sociedad, encerrado en su casa y rodeado de palomas decapitadas.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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