LA HABANA, Cuba.- Para nadie es un secreto la costumbre de la prensa oficialista cubana de sobredimensionar las hipotéticas sombras que aparecen en las sociedades capitalistas, una práctica que se acrecienta si se trata de Estados Unidos.
En ese sentido resalta un artículo aparecido en el periódico Granma, con motivo de la reciente exaltación al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown de los peloteros cubanos Orestes Miñoso y Tony Oliva.
Tras preguntarse el por qué de la demora para homenajear las trayectorias de esas dos estrellas en las Grandes Ligas de Estados Unidos, el articulista asevera que “en ambos casos pesa el tema del color de la piel, para negarles por tanto tiempo sus merecidos reconocimientos”.
Deviene un acto de hipocresía la defensa ahora de los derechos de dos peloteros por lo mismo que los mantuvieron en el olvido a partir del momento en que Fidel Castro abolió la pelota profesional en Cuba en el año 1960.
Orestes Miñoso fue un estelar jardinero de los Tigres de Marianao en el béisbol profesional cubano hacia finales de los años 40 y durante toda la década del 50. Con el advenimiento del castrismo, Miñoso partió hacia Estados Unidos, donde ya era un estelar en la MLB, ganando varias coronas de bateo e integrando en no pocas ocasiones los equipos para los Juegos de las Estrellas. En la Gran Carpa se mantuvo jugando hasta 1964, pero la afición de la isla no pudo seguir su trayectoria porque las autoridades cubanas jamás informaron acerca de su ulterior desempeño. Tras su salida de la MLB, Miñoso jugó en la Liga Profesional Mexicana, país que lo incluyó en su Salón de la Fama. Una faena que tampoco fue publicitada en Cuba.
El pinareño Tony Oliva, por su parte, fue un total desconocido de la afición cubana debido a que no participó en el béisbol profesional de la isla. Debutó en la MLB en 1964, ocasión en la que fue elegido el novato del año al conquistar el liderazgo de los bateadores. Una actuación que repitió en 1965.Y al año siguiente, en 1966, conquistó un Guante de Oro. De más está decir que sus compatriotas en la isla ignoraban sus éxitos a causa de la tozudez y la maldad del castrismo.
Por supuesto que semejante política del olvido se extendió también al resto de los peloteros cubanos o cubanoamericanos que brillaron en las Grandes ligas. Trascendió, entre otros, el caso de José Canseco, declarado el novato del año en 1988, y de quien la prensa oficialista cubana nunca ha hablado ni media palabra.
Y hay evidencias de que el desprecio castrista hacia los cubanos que se desempeñan en la MLB no es un asunto del pasado, sino que continúa en el presente. Además de no trasmitir por la televisión ningún juego de la última Serie Mundial entre los Astros de Houston y los Bravos de Atlanta, donde intervenían cinco peloteros cubanos, la agencia oficialista Prensa Latina hizo gala de la marginación hacia esos atletas.
Al escoger una candidatura para elegir a los deportistas de América Latina más destacados en el 2021, Prensa Latina seleccionó al pelotero puertorriqueño Carlos Correa —una elección, por cierto, nada discutible—, pero ignoró a los cubanos Yulieski Gurriel, campeón de bateo de la Liga Americana y Guante de Oro en su posición, y a Jorge Soler, declarado el jugador más útil de la Serie Mundial con su equipo Bravos de Atlanta.
De tener la más mínima dosis de pudor, el periódico Granma debería callar por respeto a una afición que no le perdona semejante atropello al libre flujo de la información, mientras que el descrédito seguirá acompañando a la agencia Prensa Latina.
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