LA HABANA, Cuba, 24 de enero (Moisés Leonardo Rodríguez, 173.203.82.38) -Los llamados “riquimbilis” son una especie de motoneta de fabricación artesanal, que durante años han sido utilizados por muchos cubanos para resolver el acuciante problema de la transportación. A pesar de desde hace tiempo se ha sabido que su uso había sido prohibido por las autoridades en muchos lugares del país, en el poblado de Cabañas, municipio Mariel de la antigua provincia Habana, continuaban circulando hasta hace poco.
Multar a quienes circulaban con ellos después de ser advertidos por la policía, hasta su decomiso, era la política oficial. No obstante, la falta de vehículos de la policía de la policía de Cabañas posibilitó que las autoridades se hicieran de la vista gorda y no aplicaran las regulaciones, siempre que los propietarios colaboraran con el cuerpo policial.
Los “riquimbileros” se encargaban además del traslado de pasajeros dentro del poblado y entre este y los muchos asentamientos periféricos que no cuentan con otros medios de transporte. Los riquimbiles servían además para mudanzas, traslado de efectos electrodomésticos comprados, o llevados a talleres de reparación, de animales de cría y para viajes a la cercana playa La Herradura durante el verano.
También prestaban algunos servicios a las dependencias de comercio y gastronomía de la zona, como el traslado del pan normado desde la panadería hasta las bodegas y de la leche acopiada por particulares o entidades estatales.
Se rumora que la aplicación de la nueva división político-administrativa, que incluyó el paso de Cabañas al mando de las autoridades de la nueva provincia Artemisa es lo que ha provocado la ofensiva contra los riquimbileros. Este rumor es respaldado por la ofensiva que en la nueva capital se desarrolla contra los pocos que aun circulaban bajo permisividad oficial. La policía de Cabañas cuenta ahora con un jeep y está en espera de dos más.
Propietarios y usuarios de los riquimbilis lamentan ya los efectos colaterales de la nueva división política administrativa, que ha hecho más difícil aun sus vidas. Un ciudadano, que dijo llamarse Mario, expresó a este reportero en el parque central del pueblo: “Más valía ser habaneros en riquimbiles, que artemiseños a pie”.