MIAMI, Estados Unidos. – El ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera de Cuba, Rodrigo Malmierca, aseguró a la revista oficialista Bohemia que los trabajadores de empresas extranjeras no debían ganar más que los del sector estatal.
“Hemos sido muy cuidadosos en tratar de evitar que las personas que trabajan con inversiones de capital extranjero, simplemente por esa razón, y a lo mejor haciendo lo mismo que otra en una empresa estatal, gane[n] mucho más”, dijo Malmierca.
También agregó que para evitar que los salarios de los trabajadores relacionados con inversiones extranjeras sea el establecido por las empresas foráneas el Gobierno cubano cuenta con agencias empleadoras con sus propias políticas.
Los salarios de los trabajadores cubanos contratados por empresas extranjeras en la Isla “es algo que hemos tratado de preservar por las vías de las agencias empleadoras, aunque no les gusta a los inversionistas foráneos. También hay otras cosas que no les gusta, y no por ello vamos a cambiarlas”, apuntó el funcionario cubano.
Aunque los salarios devengados por los trabajadores cubanos del sector extranjero superan a los del sector estatal, solo representan una parte del salario oficial considerado por las empresas extranjeras y siguen siendo insuficientes en la Isla, donde la inflación se ha disparado a causa de la Tarea Ordenamiento.
Igual que usa agencias empleadoras que determinan quiénes pueden ser contratados o no por empresas extranjeras e impiden que los trabajadores reciban la totalidad de su salario, el régimen cubano analiza minuciosamente cada propuesta de inversión, las que solo son aprobadas si se ajustan a los intereses del Partido Comunista.
“En el resto del mundo no sucede así, pero en Cuba esa es la garantía de que esa inversión extranjera tribute a los planes de desarrollo económico y social, no sacrifiquemos la soberanía, los financiamientos tengan una fuente lícita, y no se hipoteque el futuro”, subrayó el funcionario.
Por otro lado, Malmierca justificó que las inversiones extranjeras no marchen como el régimen desearía. Como es costumbre en el discurso oficial, culpó al embargo de Estados Unidos por la debacle de las inversiones y reconoció que las transferencias de capital se habían vuelto muy difíciles a causa de la política aplicada por el país del norte al régimen de La Habana.
“Activaron el Título III de la Ley Helms-Burton, que le permite a ciudadanos o empresas demandar en los tribunales de los Estados Unidos a cualquier empresa, cubana o extranjera. Todo eso son obstáculos reales, objetivos, que crean mucho temor [entre los posibles inversores]”, se quejó Malmierca.
Además, reconoció otros problemas como las deudas de la Isla. “Cuba es un país endeudado, con determinadas dificultades hoy para poder cumplir con sus compromisos financieros externos. Si el interesado se guía por los criterios de las calificadoras de riesgo internacionales, no es un país atractivo para invertir”, señaló.
“Ahora, más allá de estos obstáculos objetivos, tenemos otros problemas subjetivos, relacionados con deficiencias y fallas internas. Por ejemplo, las demoras de los procesos de negociación, la mala o deficiente preparación que tienen los proyectos y los grupos negociadores”, también afirmó.
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