LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Todavía suenan los ecos de la fiesta olímpica recién concluida en la capital británica. Una fiesta de confraternidad, humanismo, alta tecnología y mayor derroche de cultura y sobre todo grandes muestras de maestría deportiva con la reafirmación de la hegemonía de potencias tradicionales y actuaciones relevantes de destacados atletas de todas las latitudes.
Al correr las cortinas imaginarias de la trigésima cita estival la ciudad de Londres, primera en organizar los juegos en tres ocasiones asumió de manera más que digna su compromiso con la familia olímpica y enfrentó con éxito el reto que significó la anterior edición de Beijing 2008.
La calidad constructiva y ecológica de las majestuosas instalaciones, la acogedora hospitalidad y magnífica organización sirvieron de marco a las demostraciones de los mejores atletas del planeta, quienes hicieron las delicias de los aficionados ingleses y visitantes que abarrotaron los escenarios de competencia.
Los Estados Unidos de América recuperaron el primer lugar por países en dura porfía con la representación China, que trajo a la cita sus magníficos deportistas, pero no los favoritismos arbitrales de hace cuatro años.
En Londres vimos al velocista jamaicano Usaint Bolt reafirmar su grandeza, reverdecer laureles al nadador norteamericano Michael Phelps ―convertido en máximo vencedor olímpico― y al vallista dominicano Félix Sánchez, a quien todos vimos llorar como un niño en su bien cumplida última oportunidad bajo los cinco aros.
Harto estimulante es disfrutar en la cita olímpica la entrega y orgullo de encumbradas luminarias del deporte profesional ―tenistas, basquetbolistas, voleibolistas o futbolistas― al defender los colores de sus países.
Más allá de las grandes individualidades creo que las muestras crecientes de maestría deportiva demostrada en todas las disciplinas convocadas demuestran hasta que cotas insospechadas puede llegar esa calidad competitiva de la cual participan atletas de todos los rincones del planeta. Atletas latinoamericanos y africanos son consistentes ganadores en varias disciplinas, antes solo reservadas a representantes del llamado primer mundo.
La representación cubana, reducida a la cifra de ciento vente y dos atletas, sin presencia en los deportes colectivos ― voleibol, baloncesto, balonmano, polo acuático― en los que antes participaba de la élite mundial, logró mejorar de manera apreciable su actuación de la cita pasada al subir en la tabla de medallas del lugar 28 al puesto 16, gracias a sus cinco medallas de oro. Fue tan desastrosa la actuación cubana en Beijing en cuanto a títulos conseguidos ―solamente dos― que resultaba difícil no superarla.
Nuevamente los deportes de combate ―boxeo con dos títulos, judo femenino y lucha grecorromana con uno cada uno― jalonaron la actuación cubana. Mención muy especial para el tirador de pistola Leuris Pupo quien en una tarde de ensueño y con la sangre fría de quien no tiene nada que perder se sobrepuso a la calidad de sus adversarios y sus desventajas materiales y logísticas para merecer un título que él mismo demoró considerable tiempo en creerse. Muy destacable resulta la actuación de la pertiguista Yarelys Barrios con una meritoria medalla de plata, vencedora de la mujer historia Yelena Isimbayeva y con el mismo registro de la ganadora, a pesar de enfrentar serios obstáculos en su preparación a causa de inconcebibles deslices burocráticos que mantuvieron sus implementos varados durante meses en el puerto habanero al regreso de los Juegos Panamericanos de Guadalajara, octubre 2011.
Más allá del relativo repunte y las cifras frías el balance olímpico de Cuba resulta preocupante de cara a próximos compromisos. Cuba obtuvo en esta cita diez medallas menos que en Beijing: 14 ahora por 24 en la capital china, con una cifra visiblemente menor de atletas discutiendo el primer lugar: 11 medallas de plata hace cuatro años por solo 3 ahora. Incluso los acríticos y parcializados comentaristas de la televisión cubana se mostraron impactados por las pobres actuaciones de muchos de los representantes cubanos, tanto jóvenes como consagrados.
Algunos detalles llaman la atención en el paso de Cuba por la cita estival recién concluida. Un considerable número de atletas clasificados para los juegos quedaron muy por debajo de sus marcas reconocidas, ausencia de varios entrenadores, tal vez para viabilizar el viaje a Londres de otros miembros de la delegación destinados a funciones de control político sobre los deportistas. Una vez más los atletas, incluso los campeones eran regresados al país casi al momento de concluir su actuación, lo cual no impidió que algunos pudieran dedicarse al comercio de puros habanos en la sede olímpica, recurso extremo para paliar de alguna manera las carencias que sufren los atletas, como todos los demás cubanos.
En estos juegos vimos nuevamente a varios cubanos competir bajo otras banderas, destacaron el polista Iván Pérez y el discóbolo Frank Casañas por España, la corredora Libania Grenot por Italia, la veterana saltadora Yamile Aldama quinto lugar en triple salto para Gran Bretaña, con una mención muy especial para el estelar joven gimnasta Danell Leyva tercer lugar como máximo acumulador en el fuerte torneo de gimnasia artística.
La reciente historia olímpica describe nítidamente el sostenido declive del deporte cubano: del quinto lugar en Barcelona 92 al noveno en Sídney 2000 al decimoprimero en Atenas 2004 al vigésimo octavo en Beijing 2008, para anclar en el decimosexto en Londres 2012.
En el terreno puramente deportivo ojalá este nuevo ascenso en el medallero olímpico no estimule tanto la vanidad chauvinista de las autoridades al punto de impedirles apreciar las lagunas y carencias que padece el deporte cubano, hoy prácticamente fuera de concurso en disciplinas que lograron grandes éxitos años atrás. Está claro para todos que si los atletas cubanos no se foguean y desenvuelven en los mejores circuitos competitivos y en las mejores condiciones materiales será cada vez más difícil alcanzar resultados apreciables a pesar del esfuerzo y talento de los deportistas cubanos.