LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Resulta incuestionable que el turismo se encuentra entre las grandes potencialidades para el desarrollo de Cuba. Desafortunadamente, esta actividad languideció a partir de los primeros años de la revolución. La causa de la paralización del turismo fue el temor del gobierno a la influencia de los visitantes como vía de información al pueblo cubano, que ponía en peligro el monopolio estatal.
Debido a las grandes dificultades económicas ocasionadas por la desaparición del bloque soviético, a inicios de la década de los noventa, las autoridades permitieron el ingreso a la isla de un buen número de turistas, que pueden disfrutar de los escenarios naturales, la cultura y una población acogedora. De manera que se ha convertido en una de las principales fuentes de divisas, y ha propiciado una ventana al pueblo para conocer lo que sucede en el mundo.
Los visitantes en 2010 llegaron a los 2,5 millones de personas, para un crecimiento del 2,9%, con ingresos brutos de alrededor de 2,4 miles de millones de dólares US, de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
El gobierno cubano no publica los ingresos netos por concepto de turismo, por lo cual es difícil evaluar con precisión sus beneficios. Debido al pobre desarrollo de la economía cubana, se importan muchos productos consumidos por los visitantes. Casi el 80,0% de los alimentos necesarios en Cuba se compran en el exterior, el 45,2 % a Estados Unidos en 2009, según la ONE. Por tanto sus agricultores están entre los principales beneficiados por el auge del turismo en Cuba. La tendencia a importar productos para el sector limita su crecimiento, pues con un nivel superior de llegada de visitantes dejaría pérdidas netas en el ingreso de divisas al país.
Los ingresos del turismo han sido bajos en comparación con el Caribe. De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo (OMT), en 2009 se obtuvo 1,134 dólares de ingreso por turista en el área, mientras Cuba solo alcanzó 864 dólares, o sea un 24,0% inferior al promedio de la región. Por otra parte, se acogió prácticamente la mitad de los visitantes que República Dominicana, una nación mucho más pequeña que Cuba. Nuestro país recibió el 12,2% de los turistas llegados al Caribe, así como el 9,3% de los ingresos que generaron, una participación regional que dista mucho del potencial existente.
Existe el gran hándicap de no poder recibir turistas norteamericanos, primera fuente mundial, a pesar de la mínima distancia geográfica. Una razón más para procurar un ambiente de armonía entre las dos naciones. Cuba podría recibir en el primer año entre 1-3 millones de estadounidenses con buen poder adquisitivo. Ahora llegan cerca de un millón de canadienses, país más distante, con una población inferior y con menos vínculos históricos y culturales que los existentes con Estados Unidos.
Por las medidas del Presidente Obama de abril de 2008, los cubano-americanos deben haber sobrepasado los 320 mil visitantes en 2010, y ocupado el segundo lugar después de Canadá. En 2011, el arribo deberá crecer, debido a la orden ejecutiva de Obama del 14 de enero, que otorga mayores facilidades a los norteamericanos para viajar a Cuba, en estancias de carácter cultural, académico, religioso y otros.
El impulso de los cubano-americanos en 2010 permitió el aumento del turismo, al contrarrestar los efectos negativos de la disminución del arribo de europeos, particularmente de españoles, que disminuyeron en 19,1%. No obstante, la elevación del pasado año estuvo por debajo del comportamiento a escala mundial. Según la OMT, en 2010, globalmente, creció en 6,7%, para alcanzar 935 millones de turistas, tras el descenso del 4,0% en 2009. La recuperación en las Américas fue del 8,0% para un total de 151 millones de llegadas. Se prevé que la tendencia continuará en 2011, con un crecimiento global entre 4-5,0%.
El turismo es una de las actividades más dinámicas de nuestros tiempos. Mientras en 1995 se recibieron 565 millones de visitantes en el mundo, los estimados de la OMT para 2020 son de 1561 millones, para una tasa de crecimiento anual de 4,1%. Perspectivas que podrían ser superadas, teniendo en cuenta el constante aumento del turismo chino y de otras naciones emergentes, convertidas en fuertes emisoras de turistas. Habría que agregar los sostenidos progresos en materia de transportes y comunicaciones, que agilizan los viajes y los hacen menos costosos en términos relativos.
Esta actividad podría ser una de las locomotoras que impulse las demás ramas de la economía cubana, pero para eso habría que realizar reformas estructurales, que reduzcan radicalmente la dependencia del exterior. Asimismo, se requiere abandonar las crispaciones en las relaciones con Estados Unidos.
Ha existido la posibilidad de eliminar las prohibiciones de viajes de norteamericanos por propuestas bipartidistas en la Cámara de Representantes y el Senado norteamericanos, incluso un proyecto fue aprobado en la Comisión de Agricultura de la Cámara. El gobierno cubano no favoreció esa iniciativa, sino que la entorpeció con el arresto del contratista Alan Gross, sin cargos judiciales hasta el momento, bajo supuestas acusaciones de entrega de equipos de telecomunicaciones a ciudadanos judíos en Cuba. Esto ha facilitado la labor de determinados grupos políticos y empresariales en Estados Unidos para impedir cualquier legislación que levante las prohibiciones al turismo norteamericano en la isla, porque temen que perjudique sus intereses en Florida y el Caribe.
Algunas personas señalan que la llegada masiva de turistas norteamericanos no podría ser adecuadamente asimilada por Cuba, ya que no cuenta con infraestructura ni calidad en los servicios. Como indicamos anteriormente, en las actuales condiciones, por la acuciante situación económica, un crecimiento elevado podría redundar en más perjuicios que utilidades.
Para resolver esto, además de las reformas radicales, habría que estimular una participación activa del sector privado nacional, a través de medidas fiscales, crediticias, y flexibilización administrativa, como se hace en muchos países. De esa forma la capacidad de hospedaje y servicios con distintos niveles y precios aumentaría considerablemente, ahorrándose el Estado fuertes inversiones. Se requiere también un mayor aprendizaje de idiomas, en particular el inglés.
Debería adoptarse una tasa de cambio que equipare el peso convertible (CUC) al dólar US. Resulta absurdo que una moneda sin valor fuera de las fronteras nacionales, con el único respaldo de mercancías sumamente caras, escasas y surtido muy limitado, esté tan sobrevaluada con respecto al dólar, el euro y otras monedas fuertes. Ello encarece el turismo y lo hace menos competitivo, además de distorsionar el análisis económico, y no promocionar las exportaciones nacionales. La eliminación del 10,0% de impuesto a los dólares recibidos a través de Western Unión, es un paso positivo, pero absolutamente insuficiente, ya que debería aplicarse también a las transacciones de la población en las casas de cambio (CADECA).
Cuba posee magnificas condiciones para el desarrollo del turismo, pero resultan indispensables serias reformas estructurales y la apertura a las tendencias del mundo actual.