EL COBRE, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 – La patrona de Cuba tiene su santuario aquí. No existe en Cuba otro poblado que en un solo día, el 8 de septiembre, día de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, reciba a tantos visitantes de los más lejanos confines de Cuba y del mundo como este.
Con todo, este es un pueblo muerto. No debía serlo: tiene una mina de cobre y otra de oro. En la primera, obsoletas tecnologías hacen incosteable la extracción del mineral y en la segunda, según la comidilla del pueblo, la corrupción de los “camaradas empresarios” es lo que paraliza la mina más que el difícil acceso al metal amarillo.
“¿De qué depende la economía de este pueblo?”, pregunté el pasado 7 de septiembre, víspera de la festividad, a Rafael, uno de los tantos vendedores en El Cobre.
“De la iglesia”, respondió.
“¿Cómo que de la iglesia? ¿El santuario emplea a tanta gente?”.
“No, señor. La venta de imágenes de la virgen es una cadena que comienza con el que va al monte a buscar maderas. Le sigue el carpintero aserrador, luego el ebanista artesano, después los que venden barnices y, al final, estamos nosotros, los vendedores de imágenes. Pero cuando no vendemos todos salimos muy jod…”
Puesto que en la calle principal de El Cobre, la que conduce al santuario, usted se encuentra con un puesto de ventas tras otro de las más disímiles imágenes de la patrona de Cuba, dije a Rafael: “Pero con tal competencia no debe ser nada fácil vender…”
“Esto es como la pesca”, me respondió. “Aunque no creo que un pescador se pase tres días sin enganchar nada en el anzuelo y nosotros nos pasamos tres días sin vender absolutamente nada”.
Caía la tarde. Rafael estaba sentado frente a mí en la pizzería estatal situada a unos pasos del portón del santuario y vio espaguetis con pescado.
“Eso todavía no está, es para la comida”, dijo la camarera.
“Entonces tráigame una pizza con pescado”.
“Eso también es para la comida”.
“¿Entonces por qué la tienen en la tablilla?”, rezongó Rafael.
“Porque es para la comida”, respondió inmutable la camarera.
Rafael se dio por vencido. “Entonces tráigame un espagueti napolitano”, dijo.
Cuando Rafael comenzó a comer descubrió una mosca en el borde del plato. “¿Usted ve cómo estamos aquí?”, comentó mientras apartaba la mosca.
No había terminado con mi pizza y ya Rafael iba de salida. “Pase por mi puesto y cómpreme una virgencita”, dijo cuando se despedía.
Aunque el santuario fue dignificado con la categoría de Basílica menor por su Santidad Pablo VI el 22 de diciembre de 1977 en una solemne ceremonia presidida por el cardenal africano Bernardin Gantin, enviado personal del Papa, a los cubanos no se les permitía ir por sus calles en procesión tras Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.
Lugareños y forasteros que venían a pagar promesas ante Cachita o simplemente a encenderle una vela, debían contentarse con pasear a su patrona dentro del vallado del santuario.
“¡Cualquier iglesia consigue lo que se proponga, pero que no sea la católica!”, dijo una cobreña el 7 de septiembre de 2009.
Pero desde entonces ha llovido, aunque no tanto como quisiéramos. Cachita está por cumplir 400 años y el 7 de septiembre paseaba por El Cobre.
Cobreños y forasteros vienen en procesión cubriendo algo más de cuadra y media tras la santa patrona de Cuba. El Cobre está de fiesta. Aquí me encuentro con españoles, con cubanoamericanos, con un viejo amigo eslavo y hasta con un berlinés llevando muy orondo a su negra del brazo.
En El Cobre no hay hoteles, ni un hostal maluco, ni un lugar al que pueda llamársele restaurante. Con todo, en víspera del 8 de septiembre, en el santuario sobre el cerro usted respira aire de apacible fiesta navideña. Abajo, en el pueblo, usted se emborracha con la ventolera de carnaval: ron, cerveza, vino, refrescos, dulces, puerco asado, pescado frito…y muchas imágenes… y más imágenes. Todo se vende en pesos cubanos. El que trate de pagar en pesos convertibles o divisas no va a poder cambiar aquí.
Para las festividades por el 400 aniversario de Cachita también han montado una exposición fotográfica. Las imágenes son magníficas. Lástima que si usted se aparta de la calle principal y compara el lugar con alguna de estas fotografías, tal parece que El Cobre está anclado en siglos pasados.