HOLGUÍN, Cuba. — “A mi hijo le digo que se acueste en la cama solo cuando vaya a dormir. Así el colchón dura más tiempo. Comprarlo o repararlo es muy caro”, le dice una mujer a otra mientras miran los colchones en una tienda estatal.
El camero se vende en 48 924 pesos, y el personal en 12 092; precios prohibitivos en Cuba, donde el salario y la pensión promedio mensual son de 4 000 y 1 600 pesos, respectivamente.
“¿Vienen con aire acondicionado?”, ironizó la interlocutora. “Es una falta de respeto al pueblo”, sentenció la señora.
Los colchones no escapan a la crisis en Cuba
Los más caros están en las tiendas estatales. Los de producción privada son un poco más baratos, aunque todavía están lejos del alcance de la mayoría. Los fabricantes de colchones justifican los precios con el déficit o el encarecimiento del forro, la guata, el yute y los muelles. La inexistencia de un mercado donde abastecerse de estos materiales obliga a la inventiva y el reciclaje.
Las estafas abundan. Para el relleno del colchón se utilizan materiales recogidos en los basureros, que acortan la vida útil del producto. En poco tiempo se deterioran los muelles y el forro, desprendiendo un polvillo dañino.
En las tiendas que operan en moneda libremente convertible (MLC), un colchón es un bien inalcanzable. Allí los precios oscilan entre 425 y 765 MLC, dependiendo del tamaño. La calidad, sin embargo, no se corresponde con el importe.
“Estos colchones son tan caros que nadie los compra. Están en el pasillo y ya molestan porque han reducido el espacio en la tienda. Estamos hacinados y eso puede provocar contagio de Covid”, dijo a Cubanet un empleado que solicitó el anonimato por temor a ser despedido.
El precio no es lo único que determina la baja venta de los colchones en MLC, también influye la mala calidad.
“Yo he reparado varios. La esponja es delgadísima. A los seis meses de uso tienes los muelles marcados en la piel. Hay que echarle lana”, dice Nelson, un colchonero con casi veinte años de experiencia.
Los muelles unidos con presillas es otro punto débil de los colchones que venden en MLC. “Al poco tiempo de uso las presillas se rompen, se parten los muelles y se hace un hueco en el colchón. Están bonitos por fuera, pero por dentro están mal hechos. Es una estafa”, asegura el experto, quien hace poco cobró 2 000 pesos por la reparación de los muelles de un colchón comprado en MLC.
“Es muy trabajoso. Hay que quitar las presillas una a una. Lo mejor es amarrar los muelles con culebra para que queden fuertes y no se separen. El trabajo me toma un día entero”, asegura Nelson.
La garantía es otra ventaja de los colchoneros privados que no brindan las tiendas estatales. “Garantizamos el colchón por un año. Si en ese tiempo algo sucede, lo reparamos gratuitamente en la misma casa del cliente”.
Existen varios puntos de venta privados en la ciudad. Uno de los más antiguos está en la intercepción de la carretera central y la calle Martí, donde el colchón cuesta 7 000 pesos y la parrilla de madera 3 000. El box spring (una sola pieza que incluye el colchón y su base de madera) se vende en 10 000 pesos.
Aunque son precios elevados en comparación con el salario promedio en Cuba (algo más de 4 000 pesos mensuales), la oferta resulta más barata que la de las tiendas estatales.
“Los materiales para hacer el colchón son diez veces más caros que hace siete años. Ahora un saco de yute cuesta doscientos pesos; el saco de lana, en dependencia de la calidad, vale entre setecientos y mil pesos; cada muelle a doscientos y el metro de tela para el forro cuesta cuatrocientos”, detalla Carlos, otro experto en el tema.
El colchonero explica los pasos para fabricar el producto. “Los muelles amarrados en la estructura metálica se cubren con sacos de yute. Arriba se le acomoda la guata. Se cubre todo con una tela resistente que se ajusta y se cose. Por último, se les da las puntadas que fijan todo el material al muelle. Este paso es importante porque si no se hace, entonces la guata queda suelta y con el movimiento del cuerpo se corre. El forro aprieta la guata, pero la puntada la fija”, dice Carlos.
Asimismo, recomienda ser precavido a la hora de comprar un colchón. “La guata que le están echando en la calle es una mezcla de tela molida y saco molido que ‘coge bichos’, porque la sacan de los basureros. Los estafadores ponen la guata buena en las esquinas y en la parte de arriba del colchón para que cuando el comprador lo abra piense que el colchón es bueno. Lo mejor es comprarlo en puntos de ventas fijos. Cualquier insatisfacción, el cliente puede reclamarnos directamente”, dice Carlos.
Una pareja de jóvenes recién casados que visita el local fue víctima de un engaño. Durante un paseo, en la calle escucharon el pregón de un señor con un colchón en una carretilla. “Lo trajo hasta la casa y costó 8 000 pesos. Al poco tiempo empezó a romperse el forro y descubrimos que hasta hierba le habían echado de relleno. Los muelles eran viejos y deteriorados. Llegó el momento que el colchón no servía. Los trajimos aquí porque nos recomendaron a este colchonero y ya hoy lo recogemos. Él trabaja rápido y con calidad”, afirma el esposo.
Tener un buen colchón ha sido un problema de larga data para los cubanos. Los medios oficialistas no han reconocido la crisis; por el contrario, sus publicaciones han sido triunfalistas y matizadas con falsas esperanzas.
En 2017 muchos cubanos vieron la oportunidad de adquirir un colchón cuando leyeron la noticia de la puesta en marcha, en el municipio espirituano de Fomento, “de la única fábrica del país con ese objeto social”, cuya inversión total, incluida la materia prima, tuvo un costo superior a los 321 000 euros”.
A las tiendas de Holguín no ha llegado ningún colchón de la mencionada entidad
En 2021 otra falsa alarma llegó de la mano del periódico Trabajadores, que anunciaba “las ventas para las tiendas en pesos cubanos” de los colchones marca Konfort, fabricados por una empresa mixta cubano-española situada en la localidad del Wajay, en Boyeros, La Habana. Finalmente, la producción fue destinada a las tiendas en MLC y a los hoteles donde se hospedan extranjeros y una minoría de cubanos que disponen de alto poder adquisitivo.
Hace un año el Periódico Venceremos, de Guantánamo, informó que la Empresa de Recuperación de Materias Primas en la provincia procesaba el material textil “para obtener rellenos para colchones a partir de elementos reciclados”, según dijo Daikel Socarrás Rey, director de la referida entidad. Sin embargo, los colchones de muelles siguen ausente de las tiendas en moneda nacional.
La asociación española de fabricantes de muebles para el descanso, ASOCAMA, recomienda cambiar el colchón cada diez años.
“Ese es un consejo que en Cuba no se aplica. Yo conozco gente que duerme en el mismo colchón hace más de veinte años. Dicen que no duermen bien porque los colchones están muy deteriorados y los muelles se salen y los pichan. La mayoría son personas ancianas. Yo he ayudado algunos. Les he hecho el trabajo gratis, o les he cobrado más barato. Quisiera ayudarlos a todos, pero los precios de las materias primas son muy elevados”, lamenta Nelson.