MIAMI, Estados Unidos. – El cubano Rogelio Martínez, fallecido el 13 de mayo de 2001 en Nueva York, dejó una huella imborrable en la historia de la música latinoamericana. Aunque no fue uno de los fundadores de La Sonora Matancera en 1927, se unió al grupo en 1929 y se convirtió en su director en 1944, manteniéndolo unido y llevándolo a la cima del éxito.
Con su guitarra y su habilidad para escoger el repertorio de los cantantes, Martínez fue el artífice del brillo de estrellas como Bienvenido Granda, Celio González, Nelson Pinedo, Celia Cruz y Carlos Argentino. Su orgullo residía en su capacidad para sacar lo mejor de cada voz, definir su estilo y darle el repertorio adecuado.
Martínez tenía un método único para trabajar con los cantantes. Primero los escuchaba, luego hacía una pequeña grabación y finalmente sugería el repertorio más conveniente. Gracias a su intuición, muchas de las canciones que proponía se convertían en éxitos inolvidables, formando parte del repertorio obligado de los vocalistas incluso décadas después.
Bajo su dirección, Daniel Santos se convirtió en la primera estrella de La Sonora Matancera, y Celia Cruz, entonces joven artista del Show Tropicana, logró su primer contrato con la casa disquera Seeco Records. La Guarachera de Cuba se convirtió en una de las estrellas más recordadas de La Sonora, gracias a interpretaciones como Burundanga y Melao de caña.
Dos de las estrellas de La Sonora Matancera, el barranquillero Nelson Pinedo y el cubano Celio González recordaron a Rogelio Martínez con emoción, tras su muerte. Pinedo, quien trabajó bajo la dirección de Martínez entre 1953 y 1958, y González, que compartió con el fallecido Agustín Lara el sobrenombre de “El Flaco de Oro” y trabajó con Martínez de 1955 a 1965, destacaron la gratitud que sentían hacia Rogelio por su apoyo y su papel como promotor de La Sonora Matancera.