MIAMI, Estados Unidos. — Entre las grandes personalidades que en tiempos de la colonia dio la provincia de Camagüey, Luis Carbó Carmenatti fue la expresión más acabada del periodismo como medio para alentar el civismo, el crecimiento personal y el espíritu independentista. Su labor fue parte de los tempranos cimientos que décadas después harían posible el nacimiento de la república, con sus luces y sombras, pero libre del yugo español.
Desde la adolescencia, cuando estudiaba en el colegio de los Escolapios, dio muestras de un temperamento indómito y decidido. Sus nociones sobre justicia y libertad le fueron heredadas por su ilustre padre, Don Julián Carbó y Arteaga, quien fue deportado dos veces por sus ideales independentistas.
En el breve período comprendido entre 1886 y 1890 dirigió varios medios de prensa. En Matanzas se ocupó simultáneamente de los impresos El Día y El Diario de Matanzas. En La Habana fundó La Nota Cómica, un material algo subido de tono que escandalizó a los puritanos e incomodó a las autoridades.
Profundamente anticolonialista y anticlerical, publicó un semanario llamado El Monaguillo y, en el año 1894, en su natal Camagüey, apareció La Tribuna, un medio que promovía radicalmente el apoyo al movimiento independentista en un clima de fuerte rechazo a la Corona.
Difamado y perseguido por el poder español, logró escapar de la Isla y asentarse en Tampa, donde se unió de inmediato a los emigrados que apoyaban la guerra en preparación por José Martí. Iniciada la contienda, mientras residía en Key West, fundó el diario La proclama, con el cual colaboraron los cubanos independentistas más ilustres del momento, y que se caracterizó por su ataque frontal a los cubanos que, en el apogeo de la lucha, mantenían una postura neutral o cómplice hacia el dominio español.
Una vez concluida la guerra, tuvo un fugaz paso por El Fígaro y en 1900 fundó el semanario Mocho Malo, que rechazaba de plano la intervención norteamericana en la Isla.
Cuando se creó el prestigioso diario El Mundo, un año después, Carbó fue parte de su redacción, a la par que dirigía otros medios, considerados tribunas cívicas de la época.
La vida de Luis Carbó fue breve, pero fecunda e intensa desde el periodismo. Murió a los 45 años, el 14 de agosto de 1905.