PINAR DEL RÍO, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -En mis tiempos de estudiante tuve un profesor de filosofía que se llamaba Antonio de La U. Un día me dijo: “Los perfiles perfectos para el oficio de delator se escogen entre lo más oscuro y bajo de la condición humana. Ladrones, asesinos, viciosos, frustrados y chivatos van todos en la misma bolsa”.
Una mañana de finales del año 1998, la consternación y el aborrecimiento inundaron mi pueblo, Pinar del Río. Un sujeto había apuñaleado a su esposa en presencia de sus dos pequeñas hijas. Lo sorprendente del hecho es que el asesino era policía. Y no era un policía cualquiera; le decían “La Sombra”, un apodo otorgado por la voz popular debido a su muy oscuro y siniestro desempeño como miembro del cuerpo represivo.
Durante un tiempo, antes de convertirse en “La Sombra, había trabajado como custodio de presos en el reclusorio provincial. Y más tarde, “se ganó” el puesto de agente del orden público. Después del crimen, fue llevado a juicio, juzgado y condenado a prisión, en una cárcel de La Habana.
Hace unos días, el opositor pacífico pinareño Ediesmel Manzano estaba contándonos detalles sobre una detención policial que padeció, junto a un grupo de integrantes de su organización (nuevo Partido Republicano de Cuba), al salir de una reunión.
Conversábamos cerca de la puerta de entrada al supermercado estatal del barrio. Y de pronto, me dijo Ediesmel, señalando hacia una cabina telefónica muy próxima a nosotros: “Ese mulato que está hablando por teléfono participó en el operativo en el que nos detuvieron”.
Cuando el sujeto terminó de hablar y dio la vuelta para retirarse, me quedé perplejo: Era “La Sombra”, el asesino confeso y ex policía de oficio, sancionado por matar a su esposa, devenido ahora delator en el enfrentamiento contra los opositores al régimen.
Me parecía mentira. Pensé que yo debía estar equivocado, pero no, mi suposición fue confirmada unas horas más tarde, cuando hablé con un joven que cumple el servicio militar, como custodio, en la unidad provincial de la Seguridad del Estado.
Tal vez valga la pena recordar que en el código penal cubano, una persona es condenada a largas penas privación de libertad por matar una res. Sin embargo, se da el caso de ciudadanos que por matar a un semejante cumplen menor sanción. Asimismo, entre los reconocidos como delitos mayores va incluido el de ser opositor al régimen, sin hacer nada más, sólo por no pensar del modo en que el régimen ordena y por manifestarlo pública y pacíficamente.
No obstante, hasta para nosotros, acostumbrados a soportar las mayores barbaridades en nombre de la ley, resulta sorpresivo el caso de “La Sombra” ¿Un sujeto que asesinó a su esposa dándole 26 puñaladas delante de sus propios hijos, es nuevamente reclutado por las fuerzas del “orden” para ejercer de chivato y de represor paramilitar? Aunque de este gobierno esperamos cualquier cosa, podría decirse que esta vez se les fue la mano.