LA HABANA, Cuba. — La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) acaba de conmemorar con bombo y platillo el centenario del nacimiento (15 de octubre de 1923) del escritor Italo Calvino. Ocurre medio siglo después de que el régimen castrista lo proscribiera por haberse pronunciado en defensa del poeta Heberto Padilla y en pro de la libertad de expresión y de creación artística en la Isla.
En el acto por el centenario del escritor —al que asistieron el embajador de Italia y otros diplomáticos europeos acreditados en La Habana— se anunció que, con la ayuda económica de la embajada italiana, se ha podido publicar Nuestros antepasados (I nostri antenati), la trilogía que Italo Calvino escribió entre 1952 y 1961, y que está integrada por las novelas Las dos mitades del vizconde, El barón rampante y El caballero inexistente.
En Cuba, de Italo Calvino, antes de que fueran prohibidos sus libros, solo fueron publicadas en 1968 (por la Colección Cocuyo de la Editorial Arte y Literatura,) Las dos mitades del vizconde y El barón rampante.
Los comisarios culturales del castrismo, siempre prestos a robar nombres de muertos ilustres, pretenden, rehabilitación póstuma mediante, apropiarse del hasta ahora excomulgado Italo Calvino y echarlo en el saco de los suyos, cual si fuera un escritor cubano. Para ello, se aprovechan de la circunstancia de que Calvino nació en Cuba, en Santiago de las Vegas.
Calificar a Italo Calvino como cubano-italiano es algo bastante forzado. Nació en Cuba porque su padre, Mario Calvino, que era agrónomo, estaba trabajando en la Estación Experimental Agrícola de Santiago de las Vegas. Pero cuando tenía dos años sus progenitores se lo llevaron a Italia.
Italo Calvino no volvería a tener más contacto con Cuba hasta febrero de 1964, cuando viajó a La Habana respondiendo a la invitación de Casa de las Américas para participar como jurado de su concurso literario. En aquella visita a la Isla, el escritor visitó la casa de Santiago de las Vegas donde nació y se casó con la argentina Esther Singer.
Italo Calvino, que fue combatiente de la resistencia contra el régimen de Mussolini, fue miembro del Partido Comunista Italiano hasta 1956, cuando rompió con él, decepcionado por la cruenta invasión soviética a Hungría. A pesar de su decepción con el comunismo, Italo Calvino fue de los muchos intelectuales europeos que en la década de 1960 quedaron deslumbrados con la revolución de Fidel Castro. Pero el deslumbramiento se acabó en 1971 cuando la Seguridad del Estado encarceló a Heberto Padilla y lo forzó a una autoinculpación pública delante de sus aterrados colegas de la UNEAC.
Italo Calvino fue uno de los 62 intelectuales europeos y latinoamericanos que firmaron la carta a Fidel Castro fechada en París el 20 de mayo de 1971, donde expresaban su cólera y vergüenza por la confesión de Heberto Padilla, que consideraban solo había podido obtenerse “por medio de métodos que son la negación de la legalidad y la justicia”, y que recordaba “los momentos más sórdidos de la época estalinista, sus juicios prefabricados y sus cacerías de brujas”.
En aquella carta, que, además de la firma de Italo Calvino, tenía las de Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Susan Sontag, Mario Vargas Llosa, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Alberto Moravia, Pier Paolo Passolini, Jorge Semprún, Alain Resnais, entre otros intelectuales que hasta entonces habían sido solidarios con la revolución cubana por considerarla un modelo de socialismo, exhortaba a “evitar el oscurantismo dogmático, la xenofobia cultural y el sistema represivo que impuso el estalinismo en los países socialistas”.
Aquella carta enfureció a Fidel Castro, que no escatimó insultos contra los firmantes, a lo que acusó de ser agentes del imperialismo. Y los comisarios culturales le hicieron coro, secundando su rabieta.
Ahora, algunos de aquellos comisarios y sus continuadores, intentan apropiarse de Italo Calvino, olvidando que fue uno de los autores que denostaron y proscribieron por haber agraviado al Máximo Líder.
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