LA HABANA, Cuba. — Quienes caminen por La Habana Vieja se sorprenden al llegar al Callejón de Churruca entre Oficios y San Pedro y encontrar en medio de la calle un enorme vagón de ferrocarril para pasajeros. Se trata del Coche 99, conocido como el Coche Mambí o Presidencial, llamado así porque fue usado por los primeros presidentes de la República, todos participantes en la gesta libertadora.
Este fabuloso vagón especial llegó a Cuba en diciembre de 1912. Se construyeron solo tres de ese tipo a inicio del siglo XX por encargo a la Pennsylvania Railroad Company, en los Estados Unidos, y fueron bautizados, según la costumbre de entonces, como 97, 98 y 99.
El coche 99, concedido a la Cuban Railroad Company, servía al presidente de esa empresa, el Sr. H.S.Rubens, que fue abogado del Partido Revolucionario Cubano (PRC) fundado por José Martí en Norteamérica. El vagón, con uso particular para el representante de esta compañía, servía para inspeccionar los asuntos empresariales y dar conferencias en Cuba sobre el PRC, al cual él representaba. Luego, la Asociación de Veteranos del Ejército Libertador logró acordar con la compañía que los altos dignatarios del país también hicieran uso del mismo.
El coche, en su entrada principal, en la que pueden viajar hasta cuatro personas sentadas con comodidad, tiene un mirador con baranda metálica de bronce forjado y un toldo mecánico regulable para la protección contra el sol o las inclemencias del tiempo y un reflector para iluminar el camino de noche. A continuación, hay una sala-recibidor con amplios sofás, una litera retractable que se oculta en los laterales del techo.
También, de forma bien disimulada, hay unas cajuelas donde se colocaba hielo seco, con sistema de ventiladores que enfriaban todo el vagón. Esta novedad lo coloca como el primer tren en el mundo que tuvo una especie de aire acondicionado central, además de poseer calefacción. A partir de aquí sigue un pasillo lateral que conduce a las habitaciones, una para los niños, y dos más separadas, closets para la ropa. Los baños, intercalados, tienen bañera de mármol blanco. Luego viene un lujoso comedor con estilo siglo XVIII para ocho comensales. Una vitrina guarda una vajilla de lujo, con copas de bacará y cubiertos de plata que tienen grabado un monograma con el nombre Mambí. Continúa una habitación para 4 personas destinado a los trabajadores del servicio, un pantry y la cocina con fogón de carbón vegetal o mineral. Al remodelarse la cocina se añadieron elementos modernos, como balones de gas y un refrigerador.
La iluminación interna original era con lámpara de carburo. Se adicionó después, previendo fallas, baterías de 32 volts alimentadas por un dinamo. Cuando hace unas décadas se restauró, se colocó un grupo electrógeno, sin modificar su estructura primaria. Cuando el coche se detiene puede usar electricidad de la red pública.
Todo el exterior del coche es de hierro y acero. Las paredes internas están enchapadas con maderas preciosas, lo cual le da gran belleza. Las ventanillas, tipo guillotina con cremallera, tienen una malla metálica para proteger a los viajeros de los insectos y el polvo.
Su seguridad descansa en tres ejes con tres ruedas delanteras y traseras por cada lado, debido al largo que tiene su estructura. Esto permite un trayecto de gran confort. Su refinado y bien pensado diseño, aprovecha de forma óptima todos sus espacios y lo convierten en una verdadera casa rodante.
En 1959, los propietarios intentaron llevarse el coche del país, pero se lo impidieron. Como todos los demás medios ferroviarios, fue nacionalizado y pasó a ser propiedad de la Empresa de los Ferrocarriles de Cuba.
Durante mucho tiempo, el Coche Mambí estuvo estacionado en la carrilera 10 de la Terminal de Trenes, la cual sus trabajadores llaman la cochera. En la década de 1990 fue entregado a la Oficina del Historiador de la Ciudad. Su entonces director, el fallecido Eusebio Leal, dispuso colocarlo en esta calle del casco histórico en función de museo.
Pienso que la cercanía al mar del lugar escogido puede afectar su conservación, por lo cual debería buscarse otro sitio más protegido para así preservar esta joya que forma parte del Patrimonio Nacional.
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