LA HABANA, Cuba. – Varias denuncias de matanza de animales domésticos con fines comestibles se han reportado en redes sociales en los últimos días. Sin importar las críticas, varios cubanos se han visto forzados a comer animales no tradicionales de la cocina cubana y a realizar recetas no convencionales, debido a la grave crisis alimentaria que afronta el país.
El colaborador de CubaNet y activista por los derechos humanos Adelth Bonne Gamboa denunció el pasado 6 de diciembre en su perfil de Facebook a un usuario que exhibía públicamente un gato desollado en una cazuela, listo para ser cocinado.
“Guarden a sus mascotas y ténganlas bien seguras en sus casas que en Cuba lo mismo se comen cáscaras que gatos y perros”, alertó el activista, quien pocos días después hizo una nueva denuncia sobre el asesinato de otro gato con los mismos fines y alertó a la comunidad animalista cubana.
Decenas de internautas comentaron en las publicaciones con diferentes reacciones. Algunos, indignados, lamentaron el “deterioro moral y espiritual de los cubanos” para hacer tales actos, mientras que otros especularon diciendo que probablemente el hombre sea un alcohólico, un demente o un psicópata, pero de manera general la mayoría expresó tristeza de ver hasta dónde ha llegado la inseguridad alimentaria en la Isla.
“Ahora vengan y díganme ‘en los 90’s se comió [gato] y no me morí’ o en ‘en otros países se come’ como enseguida salen los hipócritas socialistoides a defender su resistencia creativa”, expresó Gamboa en una de sus publicaciones.
El activista se refiere a una de las narrativas que ha desplegado el Gobierno cubano en repetidas ocasiones frente a su incompetencia de frenar la crisis. Se trata del llamado a la “resistencia creativa”.
“Enfrentaremos el recrudecimiento del bloqueo y lo venceremos con nuestros propios esfuerzos, a partir del concepto de la resistencia creativa, que significa aprovechar todo el talento que tenemos, además de la inteligencia y la voluntad del pueblo para seguir creciendo y desarrollándose”, expresó Miguel Díaz-Canel en la Asamblea de Balance del Partido en Santa Clara en enero de 2022.
Luego lo ha repetido en encuentros con economistas, agricultores y cooperativistas, en discursos en sesiones del Parlamento y más recientemente en noviembre pasado durante una de las comisiones del XIV Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, con sede en el Palacio de Convenciones de La Habana, que trató el tema del Cooperativismo: “Ante la lógica imperial que nos intentan imponer está la resistencia creativa del pueblo, en la que el movimiento cooperativo juega un papel importante”, dijo.
Este llamado a la creatividad y a resistir ha sido calificado por muchos como una normalización y romantización de la penuria y la miseria, un sacrificio que solo se le pide al pueblo, mientras la clase política y familiares engordan sus bolsillos y barrigas, ostentan de sus viajes, lujosas cenas y propiedades privadas.
Resistir el hambre de manera “creativa”
En esto de la creatividad para paliar la crisis, son las mujeres y madres cubanas las más afectadas, criticadas y las que en ocasiones se encuentran en un callejón sin salida, sin saber qué inventar para poner un plato de comida a sus hijos. Muchas de ellas se han visto en la necesidad de salir a protestar porque no tienen productos básicos para ofrecerles a sus hijos una alimentación buena y balanceada. Algunas han llegado al extremo de estar dispuestas a vender algún órgano de su cuerpo para darles un plato de comida.
En días pasados, Greter Ramos, originaria de Pinar del Río, causó revuelo en redes sociales y desató todo tipo de críticas y debates al relatar en el grupo de Facebook “Recetas desde el corazón” cómo decidió experimentar con cáscaras de plátano para simular la ropa vieja, un plato típico cubano, cuyo ingrediente principal es la carne de res.
La internauta cubana contó que supo de la ropa vieja hecha de plátanos durante una cola en una panadería, donde varias mujeres conversaban sobre la escasez de alimentos y se preguntaban qué llevar a la mesa.
“Una señora explicó que podrían aprovechar las cáscaras de los plátanos haciendo ropa vieja. Sí, ropa vieja. Dio la receta y yo escuchando todo aquello. La curiosidad me inundó de pies a cabeza y me dije ‘tengo que probar esto’”, narró.
Si bien para algunos la mujer hizo la prueba por elección voluntaria y no por falta de alternativas como ella misma aclaró, para otros este tipo de recetas “creativas” normalizan la miseria, ya que estas cáscaras de plátano pudieran perpetuarse como sustitutas de la carne de res que en realidad lleva el plato en cuestión; carne que es bastante inaccesible para la mayoría de la población.
La situación recuerda los años 90, el conocido como Período Especial en que se comía bistec de frazadas de piso, picadillo de cáscara de plato, gatos y un sinfín más de “recetas” que inventó el pueblo para sobrevivir a la hambruna, y que hoy el Gobierno evoca con su pedido de resistencia a quienes ya no pueden resistir más.
En noviembre pasado en Palma Soriano, en el Oriente de Cuba, se dio a conocer también en redes sociales que un señor, identificado como El Nene, cazó un aura tiñosa, la desplumó, la cocinó y se la comió.
Anteriormente, en octubre, a través de un video compartido en el muro de Facebook del usuario “Despierta cubano”, trascendió el caso de un anciano excombatiente que fue descubierto comiendo hojas de las plantas del jardín de una casa porque, según dijo, estaba hambriento y no tenía nada de comer.
Una mujer que pasaba por la calle le preguntó si las hojas eran comestibles y él le respondió: “Me lo como porque tengo hambre. Yo no sé si se come, yo sí sé que tengo hambre y tengo que comer, ¡y no tengo dinero!”.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) denunció recientemente que personas mayores y excombatientes, después de luchar por la Revolución y de haber participado en guerras y otras misiones en África, viven desamparados. Asimismo, mostró la situación de dos de estos ancianos, sin hogar, en la calle y sin una pensión que les permita vivir con dignidad. Ambos se dedican a recoger latas en las basuras y calles para venderlas y poder comer algo.
A finales de julio se conoció el caso de Julián Hidalgo Expósito, un excombatiente de las guerras de Angola y Etiopía que sobrevive comiendo sobras que encuentra en las calles de Holguín.
“Hace poco yo estaba aquí sentado. Venían un hombre y una mujer y botaron dos pedazos de pizza. Yo los recogí, vi que estaban limpios, hice mis oraciones y me los comí. Yo sé que si como del piso me enfermo, pero es peor morir de hambre”, contó el hombre a CubaNet.
De acuerdo con una nota del Observatorio Cubano de Conflictos, casi tres de cada cuatro cubanos, ahora comen menos que antes y se saltan comidas, debido a la escasez y dificultad para adquirir alimentos.
Por su parte, una encuesta de Cubadata sobre inseguridad alimentaria realizada en abril de este año, arrojó que el 93% de los encuestados había tenido dificultad para obtener alimentos básicos en los últimos tres meses. A su vez, el 47,4% de estos aseguró que tenía dificultad para conseguir alimentos básicos todos los días.
Otros datos preocupantes que también arroja la encuesta son que el 44,3% ha dejado de comer al menos un día debido a la escasez y el 50,3% ha tenido que comprar alimentos menos nutritivos para aliviar el hambre con alimentos de menor costo.
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