LA HABANA, Cuba. – Cualquiera podría afirmar que el reciente VII Pleno del Partido Comunista de Cuba (PCC) se efectuó en lo fundamental para continuar con esa costumbre del castrismo de reunir a la jerarquía partidista antes de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Así, de una manera “muy democrática”, los militantes del Comité Central del Partido, casi todos diputados, aúnan sus posiciones acerca de los mismos temas que tratarán después el resto de los diputados. Algo así como el tan cacareado “centralismo democrático”. Por supuesto, con mucho de lo primero y poco de lo segundo.
Porque, por lo demás, todos los asuntos que trascendieron en el cónclave han dejado un sabor amargo para los integrantes del partido gobernante y los incondicionales del régimen. Han fracasado las principales estrategias económicas, y el trabajo político-ideológico exhibe fallas que debilitan el dominio partidista sobre la sociedad.
Si se nos pidiera resumir de un modo sintético el clima de derrota que signó esta cita partidista, nada mejor que traer a colación unas breves palabras del gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien en solo tres líneas delineó la debacle: “Esfuerzos que no se traducen en soluciones; medidas que no fructificaron; y pronósticos que no se cumplieron”.
Llama la atención el eufemístico calificativo de “corrección oportuna” con el que el benjamín del poder recordó las tantas veces en que su mentor Fidel Castro cambió de un plumazo las estrategias de dirección económica del país. Entonces se llamaban “rectificación de errores y tendencias negativas”, y podían contemplar el rechazo a ciertas palancas del mercado para volver al centralismo de tipo guevarista de los años 60, y después invertir el proceso cuando fue evidente que solo determinados espacios de mercado (readmisión de los mercados agropecuarios de oferta-demanda, apertura al trabajo por cuenta propia, permitir la circulación del dólar, y estimular la inversión extranjera) servirían para atenuar los efectos del llamado Período Especial.
Ahora, ante el reconocimiento del fracaso de la “Tarea Ordenamiento”, y de las medidas adoptadas para contener la inflación que depreda el bolsillo de los cubanos, todo hace indicar que la cúpula gobernante piensa implementar cierto tipo de “corrección oportuna” en la conducción de la economía. Es difícil imaginar qué podrán hacer para lograr su pretendida “estabilización macroeconómica”. De momento, al menos, intentarán ganar tiempo para seguir embaucando a los que aún confían en las arengas y consignas del régimen.
Por otra parte, la admisión de que se necesita fortalecer el papel del PCC en lo referido al trabajo político-ideológico es una muestra del velado rechazo con que una parte de la sociedad cubana contempla el papel rector que la Constitución de la República le otorga a esa agrupación política.
En este VII Pleno se habló del mal funcionamiento de los comités municipales del Partido, de las deficiencias que se observan en las reuniones de sus núcleos a nivel de base, de la necesidad de transformar la Universidad del Partido “Ñico López”, y se dijo también que la poca ejemplaridad mostrada por muchos miembros del Partido es la causante de que un gran número de militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas no deseen integrar las filas del Partido.
Para el cubano de a pie, entre tanto, nada han significado los llamados realizados en este VII Pleno del Comité Central del Partido a “trabajar y hacerlo bien” en aras de una supuesta superación de los problemas que hoy agobian al país. Como se dice en el argot popular, “todo no es más que lo mismo de lo mismo”. Lo único que se vislumbra con certeza es lo sombrío que promete ser el venidero 2024.
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