LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – En 1977, al aplicarse la división política administrativa que multiplicó a catorce las provincias del país, la capital fue dividida en dos: Ciudad Habana, con 15 municipios, y La Habana, con 19, dos de los cuales procedían de Pinar del Río, a quien le restaron del mapa a Artemisa y Mariel. Treinta y tres años después, en vez de volver a las antiguas seis provincias y ajustar el pulpo burocrático a la involución socioeconómica de la isla, alguien decide multiplicar otra vez.
El territorio nacional es el mismo, pero desde enero de 2011 tenemos 15 provincias en lugar de 14, además de Isla de la Juventud, como municipio especial. El aumento se debe a la división de La Habana en dos provincias de ensayo: Artemisa y Mayabeque; en tanto Ciudad de la Habana vuelve a ser La Habana, una Habana reducida y con dos hijas gemelas, a la primera de las cuales le adicionan tres municipios de Pinar del Río: Bahía Honda, Candelaria y San Cristóbal.
Como casi nadie entiende la razón del reacomodo burocrático y político que aumenta las plantillas de funcionarios y cambia gentilicios y fronteras locales, la prensa oficial reporta supuestas adhesiones masivas, habla del “concierto geográfico”, el “consenso material”, la “sólida economía agropecuaria”, las expectativas de mejorías en transporte y abastecimientos y la “identidad en movimiento”. En el caso de Mayabeque, se nuclean en torno a la cuenca hidrográfica del río de nombre aborigen, cuyas aguas atraviesan siete municipios, desde Catalina de Güines hasta el golfo de Batabanó.
La provincia de Mayabeque la integran 11 municipios, con San José de las Lajas como cabecera, que limita con la capital al igual que Bejucal, Jaruco y Santa Cruz del Norte, así como Madruga, Quivicán, Batabanó, Melena del Sur, Güines, San Nicolás y Nueva Paz.
Los centros urbanos de cada municipio tienen su base en la cultura rural y localista, algunos con pretensiones citadinas. Son pueblos-islas, rodeados de planicies que miran hacia dentro y hacia La Habana como punto de referencia. Apenas tienen contactos edificables entre si y carecen de un sistema de transporte articulado, aunque varios son atravesados por la carretera central, la autopista nacional o el tren. El de mayor protagonismo económico y cultural fue Güines, conectado a la capital por vía férrea desde 1938, y relegado ahora por San José de las Lajas.
Por su cercanía a la urbe principal, San José de las Lajas fue beneficiado con industrias y centros de investigación agropecuaria. Es una ciudad pequeña y baja, de 74 mil habitantes, sin edificaciones coloniales ni arquitectura neoclásica. Difiere de Güines y otros pueblos de los siglos XVIII y XIX por la ausencia de parque central con iglesia, ayuntamiento, teatro, etc. Es atravesado por la Carretera Central y por el tren Habana-Guiñes, en crisis desde hace décadas.
Salvo las Parrandas de Bejucal, la Fiesta de Santa Bárbara en Güines, el Mollete de Melena del Sur, las canturías de los poetas repentistas al célebre río y la tradición ganadera y agropecuaria de la llanura Habana-Matanzas, en la provincia de Mayabeque la identidad cultural queda para el futuro, al igual que las expectativas de desarrollo y los sueños de mejoría de sus abrumados pobladores.
Imaginemos el desarraigo de millares de pobladores que el primero de enero de 2011 se enteran que ya no son habaneros.