AREQUIPA, Perú – El Jardín Zoológico de La Habana, más conocido como Zoológico de 26 por su entrada principal desde la famosa avenida, es el centro de su tipo más antiguo de los existentes en Cuba. Su historia se remonta a hace más de 80 años.
Cuesta hoy en día imaginar un recinto lleno de criaturas saludables, con variedad de especies, buena afluencia de público e instalaciones funcionales. En su lugar la desidia gubernamental ha resultado en leones desnutridos, maltrato animal y el abandono de parques e infraestructura.
El Zoológico de 26 ha tenido sus altas y bajas a lo largo de la historia, se ha repuesto a desastres naturales y otras dificultades, llegando a albergar durante su mejor época hasta 160 especies animales, lo cual hace todavía más lamentable e injustificable su actual situación.
El zoológico fue inaugurado el 24 de octubre de 1939 en la finca y vivero “La Rosa”, propiedad del Ayuntamiento de La Habana, cuyo alcalde cedió 2 de las 24 hectáreas del lugar para instalar 69 especies de animales a solicitud de varios profesores de la Universidad, quienes con ayuda de la prensa y otras entidades cívicas obtuvieron después toda el área e incrementaron el número de los animales.
En el año 1944 las instalaciones fueron destruidas casi en su totalidad, por un ciclón que ocasionó grandes afectaciones. Posteriormente y como parte de la construcción de la Avenida 26, el zoológico fue reparado y reabre el 12 de octubre de 1947.
La nueva instalación incluyó grandes lagos, exhibidores de felinos y osos, además del hermoso monumento La Familia, conocido popularmente como Los Venados, obra de la artista cubana Rita Longa, que con el paso del tiempo se ha convirtido en una de las estampas más conocidas de la capital de la Isla.
En el interior del zoológico también se colocaron en 1948 otras esculturas como El niño y el pelícano obra de Jilma Madera y La Niñas (y el Conejo) del artista Sergio López Mesa.
De apoco se fueron sumando otras instalaciones. La colonia de los chimpancés, por ejemplo, fue constituida en los años 50 del siglo pasado, con ejemplares procedentes de Estados Unidos, nombrados: Chita, Toto, Maggy, Blakie, Isabel y Jimmy.
Luego del triunfo de la “Revolución” castrista en 1959, devenida en dictadura, las autoridades del país dedicaron los recursos existentes para ampliar las atracciones del Zoológico. Entonces hubo una ampliación de exhibidores para primates, clínica, laboratorios, lagos y cafeterías, que concluyó en 1962.
Una de las mejores épocas del recinto se vivió en la próxima década. Desde entonces, el lugar ha ido paulatinamente sumiéndose en la desgracia. Los estanques se han secado, la oferta gastronómica ha disminuido y hasta el parque para niños a ratos ha cerrado.
Actualmente el Zoológico de 26 dista mucho de ser una experiencia agradable para acercarse a la flora y fauna de Cuba y el mundo. Entretanto, el verdadero perdedor entre la decadencia es el pueblo cubano, especialmente las nuevas generaciones, privadas de otra opción recreativa, la experiencia y el conocimiento.
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