SAN LUIS POTOSÍ, México.- El Premio Cervantes que mereció en 1993 la escritora cubana Dulce María Loynaz fue entregado al Centro Cultural Hermanos Loynaz, en la provincia de Pinar del Río.
El galardón, otorgado por el Rey Juan Carlos de España a la escritora, fue recibido por el director del centro, Luis Enrique Rodríguez Ortega estar martes, 31 años después del suceso.
María del Carmen Herrera, heredera del patrimonio de Loynaz, decidió donar el premio a un sitio que “acoge su obra y fomenta el desarrollo de la literatura”.
“A partir de este momento el Premio Cervantes forma parte del patrimonio de la Sala-Museo del Centro Cultural, que abre sus puertas para atesorarle con el compromiso de conservar su obra y legado”, escribió la institución en redes sociales.
El 6 de noviembre de 1992 la escritora y poetisa cubana fue galardonada con el Premio Cervantes de Literatura, única mujer cubana en recibir el importante reconocimiento.
Dulce María Loynaz, una de las figuras más prominentes de la literatura cubana, nació el 10 de diciembre de 1902 en La Habana. Hija del general Enrique Loynaz del Castillo y de una madre aficionada al canto, la pintura y el piano, la escritora desarrolló desde temprana edad un amor profundo por la poesía.
Desde sus primeros poemas publicados en 1919, Invierno de almas y Vesperal, en el periódico La Nación, Loynaz comenzó a destacarse en el mundo literario. A pesar de obtener su doctorado en Derecho Civil en la Universidad de La Habana en 1927, su verdadera pasión siempre fue la literatura. Su obra Versos (1920-1928) marcó el inicio de una prolífica carrera en la escritura, culminando con la publicación de su novela Jardín tras siete años de trabajo.
La destacada escritora ingresó en la Academia Cubana de la Lengua en 1959 y, nueve años más tarde, en la Real Academia de Española.
Además de Dulce María Loynaz, solo dos cubanos recibieron el Cervantes: Alejo Carpentier, en 1977, y Guillermo Cabrera Infante, en 1997.
Dulce María Loynaz, cuya obra ha sido traducida al francés, italiano, inglés, serbio y el noruego, no solo recibió el Premio Miguel de Cervantes en 1992, sino que al año siguiente le fueron concedidos la Orden Isabel La Católica y el Premio Federico García Lorca.
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