GUANTÁNAMO, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Hace unos años, en Guantánamo no era sorpresa despertar y conocer que el día anterior un cochero había sido asaltado. Ahora la violencia se ha trasladado hacia los transportistas privados, específicamente los choferes de motos y autos de alquiler.
Desde noviembre de 2012 y hasta la fecha, según rumores que corren entre la población, unos diez motoristas han sido asaltados en esta ciudad, y cuatro fueron asesinados. Casi siempre estos hechos ocurren en horas de la noche y lugares apartados. Como la prensa oficialista nunca informa sobre ello, prevalece un clima de incertidumbre, que hace más vulnerable a la ciudadanía. Debido también al silencio oficial, las causas se desconocen con certeza, aunque no resulta ocioso pensar que la obtención de dinero fácil y piezas de repuesto son dos de las más reiteradas posibilidades.
Según escuché decir a algunos transportistas, uno de los métodos preferidos por los asaltantes es usar a una bella mujer como cebo para pedirle al chofer que la lleve de noche a un lugar despoblado. En ese sitio, a la mujer le pasará algo que provoca que el motorista o el chofer del auto detengan su vehículo; entonces se producirá el asalto. Otro método usado por los delincuentes es detener un vehículo y abordarlo en grupos de tres o cuatro personas. Cuando el chofer cumple con el viaje, tratan de engatusarlo para que se convierta en prestamista al garrote o participe con ellos en algún juego en el que le aseguran que ganará mucho dinero. Quienes se dejan seducir por el ardid terminan perdiendo el dinero que llevan encima, en el mejor de los casos.
El hecho de que los delincuentes estén eligiendo como víctimas a los motoristas y choferes de alquiler no es privativo de Guantánamo. En un reciente viaje que hice a La Habana pude conocer que varias avenidas y calles de la capital se han vuelto muy peligrosas de noche y que los choferes tienen que estar muy alertas cuando transitan por ellas.
Uno de los métodos usados por los delincuentes en la capital consiste en detener un vehículo y permanecer en su interior como pasajeros hasta que quedan solos con el chofer. Entonces lo asaltan, le roban el vehículo o lo matan.
El nivel de violencia ha llegado a tal grado en La Habana que recientemente se conoció el caso de un joven que asesinó a un vecino y filmó el asesinato para luego mostrárselo a los miembros de su grupo y así demostrar su presunto valor. Lo que resulta realmente sorprendente es que dicho joven no alcanza los veinte años de edad. Sin embargo, cuando la abogada fue a entrevistarlo en la prisión, sin que mediara pregunta alguna de la letrada, él mismo le dijo que si venía a preguntarle si estaba arrepentido, perdió el viaje, porque había disfrutado mucho lo que hizo.
Hechos como éste, impensables hace unos veinte años, demuestran el avance de las fuerzas más oscuras de nuestra sociedad. Por eso, hoy más que nunca es indispensable que la Criminología alcance en Cuba la importancia que realmente tiene, algo que le ha sido negado reiteradamente.
La carretera que conduce al Santuario de El Cobre es otra de las zonas peligrosas del país. Según referencias que he recibido, suele ocurrir que los turistas u otros conductores resultan detenidos en plena carretera con el ofrecimiento de que compren papeletas para entrar al Santuario o algún objeto artesanal, ofrecidos por los delincuentes a supuestos menores precios. Cuando algún incauto detiene el vehículo, se produce el asalto. Si el chofer se percata del peligro y lo evade, alguna que otra piedra puede destrozar los cristales del auto, pues entre la maleza, cerca del delincuente que se abalanza sobre el vehículo en plena vía, se hallan ocultos los demás.
Mientras nuestras calles y carreteras continúen bajo el asedio de la delincuencia, lo más seguro para los transportistas privados es trabajar hasta que se oculte el sol, al menos mientras el gobierno no disponga que los numerosos efectivos de la policía y de la seguridad del estado que hoy destina para vigilar a la disidencia pacífica, se ocupen de neutralizar a quienes sí perturban la tranquilidad de la patria.