HOLGUÍN, Cuba. – El mercado informal de la calle 13, de Holguín, se ha convertido en el epicentro donde se abastecen miles de cubanos con productos que escasean en las tiendas estatales. A lo largo de casi un kilómetro, vendedores se apiñan ofreciendo desde ropa y electrodomésticos hasta medicamentos y dispositivos electrónicos.
Para algunos, representa una oportunidad crucial para acceder a bienes que de otra manera serían inalcanzables. Sin embargo, para otros, es visto como una manifestación de la incapacidad del Gobierno para satisfacer las necesidades básicas de sus ciudadanos.
“Este gobierno ya no es capaz ni de garantizar lo mínimo que necesitamos. Gracias a los particulares resolvemos las necesidades básicas”, comenta a CubaNet Alejandro Ruiz Delgado, un trabajador estatal.
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Laura González Rodríguez, una madre de tres hijos que visita regularmente el Mercado de la Calle 13, opina que el sector privado es como el último bastión en un campo de batalla. “Con tanta escasez, ellos son los que nos sostienen”, apunta. Asimismo, opina que el Gobierno debería flexibilizar aún más las regulaciones y liberar la economía porque “solo así ―confía― bajarán los precios”.
Los productos disponibles en el Mercado de la Calle 13 provienen de diversos países como Panamá y Rusia. Esta diversidad asegura que los consumidores, incluso aquellos con necesidades médicas especiales, puedan encontrar lo que buscan incluso fuera del sistema de salud estatal, que padece un desabastecimiento crítico.
Una vendedora de medicamentos que prefirió no identificarse por temor a represalias comentó a CubaNet: “Nos abastecemos de diferentes proveedores. Gracias a nosotros, los enfermos tienen acceso a medicamentos que no encuentran en las farmacias del Gobierno”.
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Juan Carlos Pérez Martínez, un hombre de 57 años con hipertensión, comparte su experiencia mientras sostiene un blíster de enalapril: “Gracias a estos vendedores, los enfermos hacemos el tratamiento médico. Una doctora me recomendó este lugar para que comprara enalapril y ya lo compré a 200 pesos el blíster hecho en República Dominicana”.
Pero no todos los testimonios son tan optimistas: Rosa Gómez Hernández, una jubilada, expresa su indignación. “Los vendedores quieren enriquecerse con el sufrimiento de los demás. Yo he vendido cosas personales para comprar un ciclo de terazosina y otros medicamentos, algunos pasan de 5.000 pesos”.
María Fernández López, una joven madre, ofrece una perspectiva diferente: “No importan los precios, lo importante es que haya medicamentos y otros artículos necesarios. Aquí hay competencia de precios y yo compro lo más barato”, defiende.
Escasez, donde se funda el mercado informal
El Mercado de la Calle 13 tiene raíces profundas en la escasez crónica que afecta a Cuba, exacerbada por la ineficiencia del sistema económico estatal. Las tiendas del Gobierno, que históricamente han sido la fuente principal de productos para los cubanos, ahora enfrentan graves problemas de abastecimiento (sin mencionar los altos precios). Esta situación ha impulsado a los ciudadanos a buscar alternativas en lugares como este lugar, donde la oferta se diversifica gracias a importaciones privadas y negocios individuales.
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María Teresa González Pérez, una de las primeras vendedoras en establecerse en el lugar, dice que “todo comenzó de forma espontánea, como se vende en cualquier casa o calle de Cuba. Pero aquí, la ubicación alejada del centro y la proximidad a la Terminal Intermunicipal hicieron que el mercado creciera rápidamente”, cuenta.
La crisis económica y la ineficiencia del régimen cubano como proveedor han creado un entorno donde la ley de la oferta y la demanda rige y, donde los precios, aunque altos, reflejan la realidad de una economía en crisis.
“El contexto del primer semestre del año se caracteriza por un complejo escenario, alto déficit fiscal y emisiones monetarias por encima de lo recomendado, insuficientes ingresos de divisas, limitaciones con el combustible y la energía, elevada y persistente inflación; e insuficientes encadenamientos efectivos entre actores de la economía”, aseguró Joaquín Alonso Vázquez, ministro de Economía y Planificación (MEP) de la Isla, en la más reciente sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
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Los precios del Mercado de la Calle 13 superan con creces el salario medio mensual en Cuba, que es de 4.000 pesos. Entre los artículos que se encuentran están, por ejemplo, pitusas a 4.000 pesos, pulóveres a 2.000, paquetes de culeros desechables a 3.500 pesos y zapatos, que van de los 10.000 a los 30.000 pesos.
Los vendedores entrevistados aseguran que no se sienten culpables por estos precios. Más bien, lamentan la necesidad de adaptarse a una economía donde la escasez y la inflación desbocada son moneda corriente.
“No nos sentimos culpables de los precios. Quisiéramos vender más barato, pero la inflación y la falta de productos nos obligan a poner precios altos”, defiende Ernesto, un vendedor que prefirió identificarse solo con su nombre. “El sector privado está sosteniendo al cubano dentro de tanta escasez. El Gobierno debería flexibilizar aún más, liberar la economía, solo así bajarán los precios”, dijo Pedro, quien tampoco quiso mencionar sus apellidos.
La percepción entre los habitantes de Holguín y los residentes en las provincias orientales que visitan este mercado es variada. Mientras algunos lo ven como un salvavidas en tiempos de carestía, otros lo critican tanto por los altos precios como por la falta de condiciones adecuadas. Sin embargo, todos coinciden en un punto: el sector privado, con sus imperfecciones y beneficios, es actualmente el pilar que sostiene a muchos cubanos en medio de la escasez.
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José Manuel Pérez Díaz, un cliente regular, lo resume así: “No importan los precios, lo importante es que haya ofertas. Aquí hay competencia de precios y yo compro lo más barato”.
Los desafíos de los vendedores
Este mercado informal, aunque vital para muchos, no está exento de controversias y desafíos. Las medidas restrictivas y las intervenciones policiales son comunes en este lugar. Aparte de la competencia feroz y la necesidad de mantener precios competitivos, los comerciantes, en su mayoría legalmente establecidos y pagando impuestos, se enfrentan a la constante amenaza de multas y confiscaciones por parte de inspectores estatales, quienes, según los vendedores, a menudo buscan sobornos para evitar sanciones severas.
El joven vendedor de ropa identificado como Pedro expresa su frustración: “Tengo todos mis papeles en regla, pero los inspectores siempre encuentran algún pretexto para multarnos. Nos vemos obligados a pagar sobornos para evitar que nos quiten la patente”.
![Mercado de la Calle 13, en Holguín](https://www.cubanet.org/wp-content/uploads/2024/07/mercado-calle-13-holguin-cuba-cubanet-11.jpg)
A pesar de su importancia para la economía informal local, la ubicación actual del mercado presenta desafíos logísticos significativos. La calle 13, estrecha y sin pavimentar, se vuelve intransitable cuando llueve. Muchos residentes de Holguín y los propios vendedores sugieren que se deben tomar medidas para mejorar las condiciones del mercado.
“Es mejor que el Gobierno habilite un lugar con mejores condiciones, como parte del parqueo del Estadio Calixto García o el parqueo del club nocturno Bariay”, apunta una vendedora de calzado que se identifica como Sonia.
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