NUEVA YORK, Estados Unidos, abril, 173.203.82.38 -Como esos enfermos terminales -a los que se le ponen tubitos en la naríz para que puedan seguir respirando- el gobierno de La Habana tiene su porción de oxígeno por un rato, con la rápida proclamación de Nicolás Maduro como Presidente de Venezuela.
Pero por un rato solamente. Las bocanadas de ayuda petrolera pueden durar poco, si miramos lo que está sucediendo en la patria de Bolívar.
Raúl Castro bien debe recordar que las protestas de la ciudanía se dan en todas partes, donde el pueblo es sometido a injusticias:
Los cacerolazos de Chile, que se iniciaron con Allende y siguieron con Pinochet, condujeron a la nación andina a la amplia democracia de que hoy goza.
Y allí en Santiago de Chile, los venezolanos que se refugiaron de la tiranía de Hugo Chávez están empleando ese el método de protesta social -en apoyo a sus compatriotas en Venezuela que hacen otro tanto- para protestar el fraude cometido en las elecciones presidenciales del 15 de abril, que le dieron el triunfo a su escogido, el incapaz Nicolás Maduro.
Yo que Raúl y su camarilla internacional, estaría destapándome los oidos y buscando otros tubitos.
Nota: Este post fue publicado originalmente en el blog Apuntes de una periodista, de Angélica Mora