LA HABANA, Cuba, junio, www.cubanet.org.- Las expectativas de los adolescentes y jóvenes se asumen oficialmente en el país como un problema generacional, poniendo de relieve las incomprensiones entre padres e hijos. El diario Juventud Rebelde, pretendiendo adentrarse en esa situación, afirmó, en su edición del 9 de junio, que a las generaciones más jóvenes hay que “enamorarlos” de su realidad.
Desde luego que el periódico no se atrevió a describir esa realidad: miserias materiales, falta de oportunidades para realizar un proyecto de vida que permita la realización de los individuos, ausencia de medios de entretenimiento o de viviendas decorosas y recursos monetarios mínimos.
Esa publicación prefiere divagar en torno a un escenario internacional, muy alejado del nuestro, donde las nuevas tecnologías abren brechas entre hijos y padres. Al respecto, señala que el dominio de la tecnología digital es una herramienta tácita para indicar quién está “dentro o fuera” de la generación, porque marca el desarrollo de sus mentes, pero ese enfoque coloca a la mayoría de los jóvenes cubanos, sin acceso a esos medios, entre las personas más envejecidas.
Una de sus aseveraciones más absurdas, Juventud Rebelde la pone en boca de una tal ABP, que dijo: “En el siglo XX no necesitábamos celulares ni computadoras para ser felices…”. De acuerdo con esa lógica, se podría agregar que en el siglo XIX la gente no añoraba las emisiones radiales, o que en el siglo XVIII se conformaba transportándose en veleros, o que un indígena de la edad de piedra nunca necesitó un fusil.
Otro aspecto que señala Juventud Rebelde es el de la moda. Como si todo se limitara al vestuario, algo importante desde luego, pero, en cambio, no hace referencia alguna a la minoría que exhibe flamantes automóviles, vive en lujosos hogares y frecuenta centros nocturnos exclusivos.
Donde se hace más obvio que el propósito del artículo es desviar la atención de los problemas que afectan realmente a nuestra juventud, es cuando trata el tema de la continuidad de los estudios universitarios para los graduados de preuniversitario. Un tal Ariel dijo: “Acabé el Pre y se supone que yo elija lo que voy a estudiar. Mi papá quería Medicina, mi mamá Turismo, mis primos Informática… Al final, pedí Biología”. Sin embargo, no se menciona cuál fue la carrera que le otorgaron, que casi nunca coincide con las aspiraciones de los demandantes, porque en este país el Estado lo decide todo sin contar con las aspiraciones individuales.
Las fotos que incluye ese reportaje no tienen nada que ver con el panorama de la niñez, adolescencia y juventud cubana actual. Sólo muestra a estudiantes sonrientes o adolescentes comunicándose con celulares o utilizando juguetes electrónicos.
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