LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -Yudeisis Quián Montano, una joven que trabajaba hasta hace dos años como nutricionista de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en el Municipio Sandino, Provincia de Pinar del Rio, sufre graves trastornos de salud, debido a una equivocación médica que estuvo a punto de costarle la vida.
El caso de la joven Quián Montano, residente en el poblado de Isabel Rubio, del municipio pinareño de Guane, es una página negra del sistema de salud cubano. Ella misma narró para Cubanet su infortunio:
“Una noche del mes de abril de 2010, me llevaron al hospital León Cuervo Rubio, de la capital pinareña, con un fuerte dolor e inflamación en una de mis piernas. El médico que me atendió -cuyo nombre no recuerdo- sin practicarme ningún examen, determinó ingresarme inmediatamente en la sala de terapia intensiva, ya que, según él, presentaba un trombo, por lo que indicó un medicamento llamado Heparina sódica, que fue fatal. La aplicación de este medicamento durante varias horas, a través de mis venas, precipitó una hemorragia interna, a causa de un folículo sangrante en un ovario, por lo que tuvieron que intervenirme quirúrgicamente”.
Más allá del riesgo para su vida, Yudeisis quedó padeciendo una enfermedad crónica llamada Esclerodermia localizada, que además de provocarle la pérdida del órgano reproductor, le paralizó casi toda la parte derecha de su cuerpo, donde le salieron unas manchas que le endurecieron la piel.
El error médico había quedado en el silencio de la dirección del León Cuervo Rubio. Pudo ser corroborado días después, gracias a una consulta con un experimentado reumatólogo del hospital Manuel (Piti) Fajardo, en La Habana, quien aseguró que jamás la paciente tuvo un trombo. Varios análisis que le practicaron a Yudeisis, incluido un ultrasonido Doppler, dieron como resultado que de haber sufrido un trombo, éste hubiera destruido las venas, pero en el caso de la paciente, las venas estaban normales.
Así, las autoridades de la tan cacareada “potencia médica” exportan nuestros profesionales, mientras nuestro sistema de salud queda huérfano del personal con suficiente competencia para atender las necesidades del pueblo.
No son pocos los pacientes afectados por causa de desatinadas indicaciones médicas, en enfermedades o dolencias que normalmente pudieron ser curadas con un tratamiento adecuado. Pero la falta de experiencia y profesionalidad de los galenos les acarrearon terribles consecuencias.
Con esta peligrosa realidad, funcionan todos los centros médicos que atienden al ciudadano común, desprovistos de personal con las debidas profesionalidad y experiencia, pues los mejores son enviados a las planicies, montes y ciudades de África, América Latina y otras regiones. El traslado ya de por si causa grandes traumas en los enfermos, al producirse en momentos en que la tan importante relación médico-paciente estaba creando un ambiente favorable en el proceso de recuperación de sus males.