LA HABANA, Cuba, setiembre 9, 2013, Leonardo Calvo,www.cubanet.org – En la tarde noche del viernes 6 de septiembre pasado la activista y bloguera Ana Luisa Rubio fue prácticamente masacrada por una turba de vándalos castristas con la lamentable y complicidad de la policía nacional.
Ana Luisa Rubio, destacada actriz de larga trayectoria en la radio y televisión y en delicado estado de salud, ha sido en los últimos años acosada, perseguida y maltratada a causa de su abierta y firme posición opositora.
Varios vecinos de la activista se han convertido en instrumento de estas campañas de terror y abuso. Una decena de personas, hombres y mujeres, golpearon brutalmente a Ana Luisa a la entrada de su domicilio en El Vedado, exactamente frente a una oficina municipal del Partido Comunista de Cuba.
La agresión le produjo a la activista numerosas lesiones y contusiones. La patrulla de la policía que acudió no ofreció protección a la agredida, que pasó la noche en el hospital bajo observación.
Pocos minutos después del incidente el líder cívico Juan Antonio Madrazo acudió al lugar de los hechos para solidarizarse con la activista y escuchó a un vecino-esbirro que responde al nombre de Duran asegurar que si Ana Luisa se atrevía a bajar cuando llegara el patrullero la iban a volver a golpear.
Veinticuatro horas después, dos oficiales de investigación policial se presentaron en el domicilio de la activista, coincidiendo con este redactor y otros opositores. Después que la víctima explicó los hechos y los agentes escucharon el testimonio de Juan A. Madrazo, Ana Luisa procedió a identificar a dos de las vecinas agresoras.
Los agentes, luego de pasar varios minutos en los domicilios de las agresoras y conversar con el mencionado Duran, se marcharon sin arrestar a nadie.
Hechos como éste ocurren con demasiada frecuencia a lo largo de nuestra Isla. El régimen tiende a despertar las más bajas pasiones. Algunos compatriotas se convierten en instrumento del terrorismo de estado, porque, nadie se atreve a cometer semejantes desmanes si no está explícitamente respaldado por la policía política.
El hecho de que cualquier persona pueda ser agredida por su posición política demuestra la debilidad y desmoralización del régimen.
La policía, cada vez más incapaz de defender los intereses y derechos ciudadanos, el indolente silencio de la prensa extranjera y de las organizaciones “civiles” que deben proteger los derechos de las mujeres, los convierte en cómplices de estos crímenes y confirman cuan desamparados estamos los cubanos.
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