Miami, 27 de noviembre 2013
Estimada Tania:
Acabo de leer tu artículo en CubaNet sobre Vladimiro Roca y es uno de esos trabajos en que concuerdo con una parte y discrepo con la otra. Hace solo días tuve a bien contactar a este luchador para hacerle una entrevista y dejar sentir su voz; pienso que más allá de eventuales diferencias de enfoque que puedan existir es nuestro deber reconocer a los iniciadores de la oposición pacífica.
Lo mismo pienso de personas como tú que, en lugar de optar por la vía fácil de marcharse (como hice yo) permanecen al pie del cañón cumpliendo su deber patrio. Estoy convencido de que Vladimiro desde ya tiene un lugar en la historia de la oposición.
Donde discrepo totalmente, con todo respeto, es en tu análisis sobre Blas Roca; contrario a la práctica comunista (de la que Blas fue hasta su ultimo día un exponente) de pretender pureza y fidelidad absoluta por encima de todo, en la sociedad libre jamás nadie pedirá a Vladimiro que reniegue de su padre; la familia está por encima de todo y es justo y humano que se pueda admirar al hijo sin justificar al padre. Blas Roca fue por años el secretario general de un partido pro soviético, cómplice de los desmanes del Kremlin, que convivió con la represión de Stalin, los gulags, la invasión a Polonia, a Hungría y a Checoslovaquia sin alzar la voz, para no hablar de hechos oscuros como la muerte de Julio Antonio Mella. Admito que si bien en su postura el PSP era moscovita, en la práctica en Cuba se comportaba, casi siempre, al estilo social demócrata y contribuyo a ciertos logros del movimiento obrero.
Tampoco el comunismo era la única vía de lucha contra lo mal hecho en “aquellos tiempos convulsos e indefinidos”; contaba con solo el 5% del electorado y tenemos no pocos ejemplos de patriotas que enfrentaron la corrupción y el despotismo al mismo tiempo que condenaban la carnicería en la URSS. Blas, Carlos Rafael, Marinello y los demás escogieron de modo consciente la ideología impía y totalitaria que la historia les coloco delante y la convirtieron en modo de vida. De hecho, fue por disfrutar de unas virutas de poder que entregaron su trayectoria de 30 años al enajenado y trasnochado guerrillero sabiendo que de no aceptar sus condiciones habrían sido barridos. Después del 59 fueron cómplices de la supresión y anulación de un pueblo entero y se cebaron en las mismas.
Un análisis serio, crítico y objetivo de nuestra historia y sus personajes es impostergable, pero habrá que poner TODO sobre la mesa y hurgar cada acontecimiento con celo de guardián; es justo que en dicho momento (esperemos sea cercano) se incluya la personalidad de Blas Roca, pero que también se incluya la de Batista, Machado y muchos otros que por décadas han sido solo vistos desde su perspectiva más siniestra para avanzar la agenda de la casta racista y elitista que detenta el poder en la isla.
Respetuosamente tuyo,
Andrés Alburquerque