LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanet.org -Predecir lo que sucederá el 10 y el 11 de diciembre en la casa de Antonio Rodiles es realmente complicado. ¿Dejará la policía política que el Primer Encuentro Internacional de Derechos Humanos se desarrolle sin contratiempos? ¿Permitirán la entrada a solo un reducido número de personas? ¿Cercarán el perímetro para impedir el acceso?
Es difícil anticipar qué pasará, pero es muy probable que haya detenciones arbitrarias, golpizas y actos de repudio, entre otras acciones contra quienes intenten asistir al evento a pesar del peligro. Ya se han producido arrestos y muchas amenazas contra activistas que participan en la organización o piensan acudir a la convocatoria.
La semana pasada, “manos invisibles” pincharon impunemente las gomas del automóvil de Rodiles, primero, y días después vertieron orine en el interior del vehículo. Los hechos ocurrieron frente a s, un área completamente monitoreada por las cámaras de la Seguridad del Estado, pero los culpables no han aparecido.
Es posible que los represores no opten por el boicot total; quizás toleren la actividad hasta cierto punto, tratando de minimizar el costo político de la represión, para no armar demasiado escándalo.
El clima social y político que prevalece en Cuba no permite pronósticos alentadores. El término “derechos humanos” sigue siendo altamente subversivo. No fue casual que los fundadores de la agrupación pionera en la lucha pacífica anti dictatorial decidieron llamarla Comité Cubano pro Derechos Humanos. La universalidad del tema sirvió para legitimar la validez de la iniciativa.
Desde entonces, enarbolar un cartel con esas dos palabras es suficiente para ser atacado con saña por las turbas paramilitares o ir a la cárcel por un delito de propaganda enemiga. El pueblo llama comúnmente a los opositores “la gente de los Derechos Humanos”.
Estado de Sats, grupo independiente que organiza el Encuentro, eleva las apuestas y convoca a festejar en grande el día en que la mayoría de los países, incluido Cuba, validaron con su firma los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
A 65 años de aquel memorable acto, el gobierno de la Isla continúa quebrantando la letra y el espíritu del documento que la República firmó, y nada indica que la situación esté cambiando.
La negativa del gobierno cubano a ratificar los Pactos de Derechos Civiles y Políticos, así como los Económicos, Sociales y Culturales, refuerza nuestro pesimismo.
Rodiles y Estado de Sats no serán los únicos que este 10 de diciembre van a contracorriente. Hay otros cubanos, por toda la Isla, que también asumirán el riesgo de celebrar esta fecha que el régimen asocia con “la contrarrevolución”.
Organizadores y participantes aceptan el reto, a pesar de las consecuencias. Sus principios y convicciones son más fuertes que el miedo.