LA HABANA, Cuba.- Ayer miércoles 13, este reportero, a las 5 de la tarde, se comunicó con el Servicio de Urgencias (106) de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), para notificar sobre la presunta defunción de su vecino Pedro Jay Sago.
Desde hacía una semana, un fuerte hedor invadía todo el edificio 1003, en la intersección de las calles 27 y 8, en el capitalino municipio del Vedado.
Después de haber indagado sobre Jay con algunos de los vecinos, la del apartamento contiguo al de él nos indicó que desde hacía varios días había colgada en la puerta una bolsa con huevos. Evidentemente, o no había entrado más a su apartamento, o se había quedado adentro, por lo que decidí comunicarlo a la policía.
Pasados 20 minutos de la notificación, se presentó en el lugar un oficial de la PNR y poco después el Comando 5 de Bomberos, que entró al apartamento por una ventana y pudo confirmar las sospechas sobre Jay.
Posteriormente llegaron oficiales del Departamento Técnico de Investigaciones y determinaron que presuntamente había fallecido por causa natural, lo que fue corroborado después por el médico forense que atendió el caso.
A las 9 de la noche concluyó la investigación. El cuerpo se encontraba en un gran estado de descomposición.
El difunto Jay Sago era una persona de la tercera edad, un vecino con 30 años en el edificio que, a pesar de que padecía de diabetes y otras dolencias, tenía que trabajar como custodio. Su jubilación no le alcanzaba para subsistir y no era capaz de pedirle nada a nadie.
¿Cómo pudo ser posible que en su centro de trabajo nadie se preocupara por saber al menos que le pudo haber pasado?