LA HABANA, Cuba -El hotel Las Avenidas, en la que fuera esquina de oro de la playa habanera (Quinta Avenida y calle 478) es un hotel de tres plantas vacío, sin vida, a pesar que fue reparado el año pasado. Pero solo la fachada. Colosal fraude.
Horacio Marrero Viciedo, de 44 años, residente en Bajurayabo, barrio de Guanabo, constructor miembro de la brigada que intervino en las reparaciones, cuenta la urgencia con que se les hizo trabajar:
“Los jefes nos apuraban. Teníamos que romper a trabajar temprano. Las llegadas tarde o ausentismo laboral equivalían al despido y como queríamos cuidar nuestro trabajo porque además del poco salario teníamos la recompensa del pago de horas extras y almuerzo y meriendas aceptables nos esforzábamos y a veces trabajábamos hasta doce horas diarias. Descansábamos los domingos. Durante la jornada veíamos entrar y salir a arquitectos, dirigentes del gobierno y del partido papeles en mano supervisando cada detalle. Apenas hablaban con nosotros, nada nos contaban, pero era fácil darse cuenta de la preocupación por terminar la reparación a tiempo. ¿A tiempo para qué? Tantos esfuerzos, ¿para qué?”
Recursos de la nación que se botan. Puertas y ventanas importadas, modernas, con vidrios ahumados, ¡de paquete!, colocadas en sustitución de las viejas y desvencijadas. Se eliminaron desconchados de paredes exteriores. Finalmente con la pintura de paredes quedó como nuevo, atractivo, elegante como debió lucir en su primigenia inauguración a fines de la década de 1940.
“Cuando comenzamos las reparaciones preguntamos al contratista qué tiempo nos ocuparía. Días después comprendimos el significado de sus palabras: ¨A lo sumo un par de semanas. Será solo pasarle la mano¨, (término que en argot de albañiles significa reparación ligera). Solo la fachada”, comenta Marrero.
Por dentro no se invirtió ni pizca de cemento sobre cabillas corroídas, ni remiendo arquitectónico, tampoco un brochazo de pintura. Calladamente fue reinaugurado en mayo de 2013. No hubo pompa, alboroto, ni aplausos ¿Inaugurar un viejo cascarón maquillado? Fue un bofetón a la ciudadanía que recuerda el hotel, hoy en ruinas, como parte de su patrimonio. Se pensó sería rehabilitado completo. Un engaño.
De continuar abandonado -como se deduce- columnas y paredes se quebrarán y el hotel se desplomará. Entonces, ¿para qué esos gastos?
Otros inmuebles de Quinta Avenida, principal arteria de la ciudad fueron remozados, aunque solo fachadas. El gobierno quiso mejorar la vista de una parte de la villa frente los ojos de turistas nacionales, extranjeros y población local. Pero lo que realmente se necesita es reparación a fondo. Ocasionales turistas y viandantes están urgidos de hoteles baratos y cómodos, como fue Las Avenidas, confiscado a su legítimo propietario -como todos- y como tantos otros desplomados o en total abandono, corroídos por el cáncer de la desidia gubernamental.
El emblemático hospedaje y restaurante Las Avenidas tendrá que esperar inciertos tiempos mejores, si antes la agresividad del mar a cien metros, el aire salitroso y la falta de uso y mantenimiento constructivo, pero sobre todo el ineficiente poder estatal no acaban con él.
La lección que deja el hotel Las Avenidas es que de engaño en engaño pasan los años y la razón de existir de una nación. Ha transcurrido un año desde la falsa reinauguración.
Un sorprendido turista al ver la fachada renovada, ajeno a las penosas interioridades de abandono del hotel, exclamó: “¡Eh!, ¿pero el hotel sigue cerrado?”