LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) – Después de medio siglo de desfiles por el Primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, el carácter del evento ha cambiado algo, porque a las consignas de siempre se une ahora un cierto aire de feria turística. Este año además, el Presidente encabezó por primera vez el desfile en Santiago de Cuba, la segunda ciudad en importancia de Cuba, lo que le restó importancia al desfile de la capital.
Al mismo tiempo, se estableció una diferencia entre los dos eventos, porque si en Santiago de Cuba los participantes desfilaron al son de tambores y cornetas chinas durante un poco más de dos horas; la seriedad de los himnos acostumbrados, y la corta duración del evento en la capital, dejaron una impresión de corte burocrático, en contraste con la informalidad santiaguera.
“Cuando me levanté a ver el desfile por televisión, prácticamente se había terminado. Este año duró menos que el pasado”, comentó Caridad, quien reside en el Vedado.
“Estamos aquí desde las tres de la madrugada, preparados para desfilar” dijo con orgullo aparente una participante, trabajadora de una empresa mixta en la que recibe, además del salario, una estimulación en productos de aseo y comestibles.
“Me levanté temprano y fui hasta el punto de concentración donde citaron a los de mi trabajo, y en cuanto me vio la jefa de la empresa, di media vuelta y regresé, porque la cosa era que me viera”, dijo mi vecino Humberto.
“En mi trabajo, dijeron el que no fuera al desfile no coge jabita de aseo ni nada. Pero yo voy, porque hay una compañera que cuadró conmigo para irnos juntos para su casa cuando terminara, no hay mejor forma de celebrar el 1ro. de mayo que con un revolcón”, enfatizó Yusniel, un joven especialista en computación.
“Da pena que hagan levantar a tanta gente de madrugada al cabo de cincuenta años, cuando están botando a los trabajadores de sus puestos de trabajo con eso del nuevo modelo económico, dígame, ¿qué es lo que hay que celebrar? Con lo mala que está la situación”, comentó una señora en plena parada de ómnibus.
Por su parte, la televisión nacional difundía las declaraciones de varios turistas extranjeros que acudieron a observar el desfile en la Plaza de la Revolución y se asombraban de la multitud que desfilaba. Acerca de eso dijo una vecina: “Eso sucede porque en sus países nadie los obliga a desfilar, ni pierden el trabajo sino lo hacen”.
En la Plaza estaban también los nostálgicos de siempre, turistas políticos que visitan el parque jurásico del comunismo, compañeros de viaje venidos de diferentes países; pero no vi ninguno con tipo de obrero, sino más bien con la pinta de esos charlatanes políticos que viven de venderles a los trabajadores un ideal pasado de moda.
La fiesta de los trabajadores en Cuba, el 1ro. de mayo, es hoy un espectáculo folclórico de izquierdosos trasnochados, una especie de carnaval antiguo; afortunadamente ya no hay lugares en el mundo donde celebren desfiles de comunistas nostálgicos.