LA HABANA, Cuba. -El popular humorista cubano Rigoberto Ferrera, vuelve a la escena con el espectáculo unipersonal “El Pianero solitario”. Su estreno tuvo lugar el pasado sábado 21 de marzo a las 8 y 30 de la noche, en la sala Covarrubias del Teatro Nacional.
La obra, de su propia autoría, comienza con una carta del “Pianero” (pianista que funciona como hilo conductor de la obra), a su madre que vive en el interior del país, contándole de sus peripecias para sobrevivir. A lo largo de la puesta, de casi 60 minutos, van apareciendo un conjunto de personajes que recrean una parte del contexto social de la Cuba actual.
El texto constituye un homenaje a los artistas independientes que ofrecen su arte y talento, pero que trabajan y viven con una total inseguridad económica. Este “Pianero solitario”, toca piano en un bar particular, interpretando piezas clásicas de Beethoven, Chopin, además de canciones románticas, sin que nadie se digne a escucharlo. Ya que los asiduos visitantes (intelectuales, políticos, y nuevos ricos), solo vienen a “descargar” su libido sexual.
Los personajes se van mostrando: está el profesor de baile que imparte clases a extranjeros (que lo que buscan en realidad es ligar con chicas cubanas), el transexual Gisel, que canta en un show y tiene amoríos con un policía, el educador ignorante y supuestamente incorruptible, aunque necesitado, que va a un programa de participación donde le ofrecen cinco mil dólares por dejar de respirar cinco minutos, y termina renegando de “sus principios éticos” por dólares.
Hay otros retratos no menos interesantes, como el profesor de artes marciales, el pelotero vulgar, y el espectador borracho e irreverente que vocifera que ya está bueno de misiones. Refleja además, los hechos de violencia entre los deportistas y fanáticos del béisbol.
Ferrera exhibe sus armas interpretativas, demostrando que es un maestro de la caracterización y la expresión corporal. Con diálogos inteligentes, corrosivos, denuncia la escases, la doble moral, la manipulación ideológica, la represión sexual, la falsa de información de los medios masivos, y el invento del ciudadano de a pie para subsistir.
Para ello se vale de recursos expresivos que van desde la pantomima, la parodia, el canto y baile de la comedia musical, acompañado de canciones románticas, salsa y congas. Elementos fusionados a la cubanía que recuerdan al teatro bufo:
/tú que me decías que en la prensa no salía ná/ tú que me decías que en la prensa no salía ná/ se están dando los cambios, más que lento, pero lento, lento de verdad/me estoy poniendo viejo y la película que veo, se me enreda más y más/, ah ah ah, quiero ver el final /una estatua de Abraham Lincoln en medio del Cacahual/se sacó la lotería un combatiente de las FAR/ah, ah, ah, quiero ver el final/
Con certeras críticas, expresa la manipulación de los artistas en los actos políticos, el estatismo, la falta de decisiones de un gobierno centralizado en un solo poder, la lentitud del cambio económico a raíz de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, el juego de la conveniencia económica. La preocupación por ver “El final”.