BAYAMO, Cuba. – La Ciudad de Bayamo conserva aún coches tirados por caballos, como recuerdo de las tradiciones coloniales. El coche forma parte de su historia y su cultura, persiste a pesar de los adelantos científicos y es uno de los elementos que identifican al habitante bayamés.
Cuando en cualquier parte de nuestro país se habla de Bayamo, la primera imagen que viene a la mente es un coche, por ser el elemento distintivo que mayor arraigo ocupa en la vida del poblador local y en la mente de los visitantes y personas ajenas de esta ciudad.
Este vehículo multiforme, en Bayamo no solo es visto como un vehículo de transporte desde la colonización, sino que está presente además en serenatas, actos políticos y sociales, desfiles y recorridos por la ciudad. Sin ruta fija y destino a elección del pasajero, los coches se han convertido en una opción turística de gran demanda por los visitantes foráneos.
Han servido además como elementos decorativos, artesanales y fuente de inspiración de artistas y poetas. No son pocos los que disfrutan fotografiarse en ellos mientras pasean y luego tratan de conseguir algún souvenir con las emblemáticas figuras.
Alrededor del coche y con el decursar del tiempo, los bayameses han ido creando un conjunto de tradiciones y ceremonias que han propiciado el desarrollo de una cultura cochera que lo identifica del resto de los lugares, donde se utiliza este medio de transporte y es transmitido a las nuevas generaciones, en ocasiones de forma indirecta.
Un ejemplo esta al ceder siempre el asiento trasero a las damas, tradición que surge debido a que años atrás, las mujeres al usar vestidos y faldas anchas y abultadas, este asiento les era más idóneo y cómodo. A pesar que hoy muchas usan pantalones y prendas más ajustadas, se sigue aplicando esta regla no escrita, y esta acción se transmite de padre a hijo, quien lo cumple de forma mecánica sin cuestionarse el porqué.
Entre las tradiciones cocheras bayamesas, podemos destacar, que al transportar una dama o una persona ebria, el cochero, que es considerado como una persona confiable, luego de llevarlo hasta su domicilio, espera que su pasajero entre y quede a buen resguardo antes de continuar la marcha, cumplir contratos con personas que necesitan sus servicios en alguna fecha u horario especifico, ayudar a montar y desmontar el equipaje de los pasajeros.
Otra tradición un poco más reciente, es que ante la muerte de un cochero, su cuerpo inerte es trasladado al cementerio en este medio y seguido por una larga caravana de coches que llevan los familiares y allegados de forma gratuita. Al ver pasar esa caravana por las calles, toda la población reconoce que ha muerto un cochero y esto lleva aparejado que muchos se quiten el sombrero o la gorra y se pongan de pie al pasar el cortejo, en reconocimiento al servicio que el difunto ha prestado a la población.
También entre cocheros existen tradiciones como son el uso de prendas de vestir, sombreros o botines durante el servicio, estilos de manejo del caballo o preferencia a alguna raza, uso de correas y adornos en los arreos, ética y reglas de conducta y roles, acerca de la seriedad y confiabilidad en el oficio, así como el trato respetuoso a los clientes.
A pesar de ser un oficio ampliamente reconocido y difundido, no existe ninguna escuela o institución que instruya y garantice la formación de cocheros desde el punto de vista educacional y profesional. Por lo general se transmite entre familiares y amigos allegados de forma oral, sin otra metodología que no sea las tradiciones ancestrales, la experiencia personal y algunas mañas, cultura vial y métodos de manejo.
A pesar de haber aumentado el precio del pasaje en los últimos tiempos, según criterio de la mayoría de los bayameses, los cocheros gozan de gran estimación y sus servicios son apreciados porque suplen la carencia de transporte y están disponibles a cualquier hora, determinan su ruta según petición del cliente e inclusive esperan si se les solicita, para garantizar el retorno.
La opinión de algunos cocheros entrevistados, coincide con la de la población, además consideran que las carencias económicas han atentado contra algunas de sus tradiciones y se han perdido, pero que deben ser rescatadas a toda costa porque forman parte de la identidad bayamesa y de su profesión. Actualmente están asociados y en conjunto trabajan, por el rescate de esas costumbres y tradiciones que los distinguen del resto de los cocheros del país.
Bayamo conserva centenares de coches de estilo colonial, cuenta con la única fábrica manufacturera de coches de la nación, que los construye siguiendo patrones originales de centenares de años atrás. Dentro del colectivo especializado en su construcción y montaje, e indispensables para que rueden estos artefactos de transportación, podemos citar carpinteros en blanco, herreros, forjadores, pintores, tapiceros, talabarteros y diseñadores, que se complementan para lograr la maravillosa obra.
En la actualidad el coche circula por las calles con orgullo, el cochero siente el respaldo de la población y no muestra rechazo hacia la profesión que realiza, ni el desprecio por parte de algún individuo. Los coches no son vistos como un objeto anacrónico, sino como un medio de transporte económico, que ha sabido sobreponerse a las nuevas tecnologías, eternizándose en el tiempo e implantar un patrimonio de costumbres y tradiciones, que lo hacen merecedores de respeto y recuerdo en los corazones bayameses y del reconocimiento de la sociedad en general.