LA HABANA, Cuba.- Poco después de la publicación de un reportaje en CubaNet sobre la crisis que vive actualmente el Ballet Nacional de Cuba (BNC), comenzó a circular una carta abierta sin firma entre los trabajadores de esta compañía, donde se analizaba con mayor profundidad la situación y se denunciaban otros males que aquejan a la institución.
“Esto ya no es un secreto para nadie y, por muchas cuartillas y paginas de internet, y comentarios de los usuarios de la red, por mucho que compartan los escritos en las redes sociales, no hay solución posible para este asunto”, sentencia el anónimo autor, que culpa únicamente al Estado Cubano, ya que, “aunque no lo parezca, la compañía es una institución del Estado cubano, con presupuesto del Estado cubano y a él se debe”.
En esencia, la carta considera que “cuando el barco se hunde, todos tratan de sacar el mayor provecho y beneficio”, y cuenta cómo, en la sede del BNC, desaparecen los herrajes de los muebles sanitarios, así como ventiladores, lámparas, rollos de linóleo y cientos de litros de combustible de las tarjetas magnéticas, pero nada sucede: no hay sanciones ni despidos.
En el texto se denuncia también el robo de comida para abastecer muchas de las cafeterías privadas de la zona —utilizando el contenedor de basura para transportarla—, y cómo las recientes reparaciones de la antigua sede “han servido para que los vecinos reparen sus viviendas con los materiales asignados o pagados por la compañía, e incluso con los mismos trabajadores encargados de acometer esa reparación.
“Todos lo saben y lo comentan, pero no sucede nada”, dice el autor, y lamenta que, de seis salones de clases, solo funcionen dos, que además se encuentran en pésimo estado, igual que los camerinos y los baños rotos.
“Los elencos de las funciones o giras, y las promociones”, continúa la carta abierta, “los deciden el subdirector técnico y el esposo de la directora, Pedro Simón, pues la opinión de los maestros no cuenta”, de manera que “la calidad de las clases y ensayos es cada vez peor”.
En cuanto a las giras, el anónimo autor escribe que la dieta diaria de los bailarines es de unos 30 euros diarios, “con lo que tienen que almorzar y comer, ahorrar para llevar a Cuba y comprarse ropa, incluso la de trabajo, que la compañía no les suministra”. Para ganar un poco más de dinero, venden tabaco adquirido en el mercado negro cubano y compran ropa, equipos de informática y cuanta cosa puedan revender luego en Cuba.
Según la carta, después de Alicia Alonso y Pedro Simón, “solo un poco más abajo en la «cadena alimenticia», se halla el subdirector ejecutivo y gerente del BNC, Redento Morejón”, destituido de varios altos cargos en diversas instituciones e incluso expulsado del Partido Comunista de Cuba, pero cuyos vínculos con importantes funcionarios le han permitido salir siempre a flote.
“Morejón tiene un auto estatal con una asignación de 200 litros de gasolina al mes, mientras un primer bailarín debe pelear por 20 litros”, asegura el escrito: “Viaja dos veces por año a España a hacer un tratamiento médico que no sabemos cómo puede pagar. Viaja allá también para organizar cada gira con una dieta de 200 euros diarios y hotel cinco estrellas, a pesar de lo cual tiene el valor de cuestionar la dieta que reciben los bailarines”.
Para el anónimo autor, resulta casi imposible suponer quién asumiría la dirección de la compañía después de Alicia Alonso, debido sobre todo a la carencia de un relevo preparado desde antes. “Loipa Araújo sería sin dudas la candidata número uno, calificada artística y empresarialmente, con respeto y experiencia profesional”, opina el remitente, “pero a estas alturas no creo que ella acepte, pues debieron habérselo propuesto hace diez años”. Aunque muchos mencionan a Viengsay Valdés, “realmente no creo que tenga toda la capacidad para asumir esa empresa. Tendría que dejar de bailar y, además, ejercer una dirección conjunta, donde otra persona lleve la parte administrativa y ella se ocupe de la parte artística, como en el resto de las compañías en el mundo”.
Concluye la carta afirmando que, si el Estado cubano decidiera intervenir y garantizar “un salario digno a sus artistas, una dirección inteligente y capaz, un presupuesto anual para infraestructura, escenografía, vestuario y accesorios, y condiciones de trabajo similares a las que nuestros bailarines gozan en los más recónditos rincones del planeta, muchos de esos bailarines que hoy salen en desbandada, regresarían gustosos a su tierra, a su público, a su compañía, a su familia, a su casa. En una sola palabra: a Cuba”.
No es la primera vez que circulan en el BNC cartas anónimas de este tipo. Hace dos o tres años hubo una que denunciaba a Oscar Pérez, gerente de la compañía en las giras de España, quien debía ocuparse de los pasajes, los impuestos de aeropuerto, la coordinación con los hoteles, etc. La misiva se centraba en el dinero del que este individuo se apropiaba para sus asuntos personales. Como en el caso de Redento Morejón, todos sabían lo que Oscar Pérez hacía. Muchos rechazaban su conducta e incluso había quien se marchaba de un lugar si él entraba allí.
Una fuente que no quiere ser identificada cuenta que la Dirección realizó una investigación para hallar al autor de la carta, pero nunca quedó nada claro. El gerente se vio forzado a dimitir. Sin embargo, el Consejo de Dirección en pleno le hizo un almuerzo de despedida en el hotel Presidente. “Ahora Oscar vive en España y sigue encargándose de las giras allí, desde la parte que contrata al BNC en España”, dice la fuente: “Fue él quien contactó a Iberia como la aerolínea fija de la compañía para sus giras allá. Por eso en la revista de la aerolínea, desde meses antes de la gira, comienzan a anunciarse las funciones que se realizarán”.
No es difícil asegurar que tales misivas anónimas de denuncia seguirán apareciendo, con el propósito de que se sepa fuera del BNC la situación que se vive dentro de él. Eso es lo que también, más o menos, ocurre en muchas otras instituciones oficiales: todos conocen los males que se padecen, pero no ocurre nada, pues son, en definitiva, los males que sufre del país: férreo autoritarismo, centralización obsesiva, corrupción generalizada, frustración, miedo, futuro incierto, burocracia excesiva, falta de espacio y de condiciones para los jóvenes, brecha enorme entre la apariencia y la realidad.
Lo mismo para el BNC que para Cuba, es cierto que, como dice el autor de la más reciente carta anónima, “esto ya no es un secreto para nadie”, ¿pero será cierto también que “no hay solución posible para este asunto”? Bueno, evidentemente, eso es lo que los culpables quieren que todos nosotros creamos.