LA HABANA, Cuba.- A dos días de hacerse efectiva la venta de gasolina premium a turistas exclusivamente, en las calles habaneras reina la incertidumbre. A falta de información oficial, las versiones que circulan en la ciudad van de “nueva crisis con el combustible” a “esas son bolas que el Estado tira para la calle para medir cómo está la cosa”.
En la gasolinera de L y 17 no había combustible el viernes pasado. El domingo tampoco, pero el vendedor está dispuesto a dar explicaciones a cualquier cliente que le pregunte. “El problema es que ahora no habrá gasolina especial en el país, y solo venderemos regular y de motor”, asegura.
Esta explicación no coincide con la que dan a sus clientes en la gasolinera de Infanta y San Rafael ante la pregunta de si es cierto que no habrá más gasolina especial para los cubanos.
El dependiente, primero, niega con una mueca, a lo que agrega: “Lo que no habrá más gasolina especial por bono; ahora solo se venderá, como se hacía siempre, a los particulares”, y atiende al próximo en la cola.
Eso explica el comportamiento de algunos choferes estatales el último día del mes de marzo.
“La cola que ves es porque todos están sacando lo que les queda en la tarjeta”, cuenta un taxista clandestino, y asegura que eso sucede todos los fines de mes. “Lo que ahorren, es su búsqueda”. Hasta el viernes, él particularmente no había escuchado nada de una “nueva crisis”, aunque se explaya con una teoría no del todo descabellada: “Bueno, crisis, crisis, no hay, pero hay que cogerle la ruta a la pipa, ellos la tiran aquí o allá para dar la idea de que hay, pero al final, uno se queda con la duda”, y se refiere a la distribución aleatoria del combustible en donde una gasolinera puede pasarse dos días vacía mientras en otras hay cola.
Agustín, un chofer que solo hace “carreras directas” (no tiene una línea fija como los taxis colectivos o “almendrones”), parece estar más informado. “Dicen que ahora la gasolina especial es solo para diplomáticos, y carros modernos”, dice, y no se explica cómo puede eso ser posible si “ellos mismos (el Gobierno) han mejorado el parque de muchas de sus empresas. ¿Cómo se van a hacer?”
“¿Nos darán dinero?”, se ríe un chofer del Ministerio de las Comunicaciones que de vez en cuando hace “unas carreritas”, y continúa con que “el carro tiene que funcionar igual con la regular que me den”.
A diferencia del público en general, o de los boteros, los choferes estatales sí fueron informados de los cambios que les aplicarían sobre la asignación de combustible.
“Pero de alguna manera los más afectados siguen siendo la gente”, analiza Agustín, “porque nosotros seguimos comprando por detrás a los choferes del Estado y si ellos no tienen, nosotros tampoco”.
Entonces opinan los que, según Agustín, son los más afectados, aunque el desconocimiento de la situación es general. Muy pocos saben qué está pasando y los que opinan lo hacen en medio de una tremenda confusión.
“Es una crisis tras otra, cómo se quiere que entendamos de qué se trata esta”, dice una pasajera a la que no se le preguntó sobre el tema del combustible y opina igual mientras hace un recuento: “En julio… que si le recortaron a los choferes del Estado. Descubrieron el agua fría: ‘los boteros compran por la izquierda’; después los boteros… que si hacen huelga o no, más la cantidad de inspectores para coger cualquier cosa… en fin, esto no acaba nunca”, y cataloga la situación del Gobierno con respecto al transporte como “caótica”.
El chofer del auto donde va ella, al que se le había preguntado sobre el combustible en la ciudad, declaró que no sabía nada, pero coincide con la pasajera: “Lo mío es petróleo, y yo no me he enterado de nada, pero estoy loco porque se arme ya lo que se vaya a armar”, y sube la música para declarar el final del debate o para disimular su molestia.